Cocina de mercado, con una clara influencia mediterránea, y precios asequibles, donde la calidad no se negocia. Esas podrían ser las cuatro patas sobre las que se levanta Vinitus, uno de los espacios que más ha hecho por renovar el perfil gastronómico de la Gran Vía. Todo ello a pesar del COVID y sus consabidas restricciones. Ahora se lanzan al delivery, con una propuesta que tampoco negocia el buen trato al producto.
Desde que abriera hace año y medio ha conseguido lo que pocos lugares de la zona, convertirse en un referente del tapeo a cualquier hora. Sus básicos siguen inquebrantables, es el caso de los huevos cabreados, las bravas y sus archiconocidas flautas, unas baguettes de unos treinta centímetros, recién hechas y que rellenan de una materia prima excepcional.
Antes de entrar a valorar la oferta que han conseguido implantar a domicilio, es necesario que nos detengamos en lo que les ha hecho merecedores de respeto y aprobación por crítica y público, lo que no es decir poco. El local, desde el comienzo, antes de toda esta locura del Coronavirus, fue referente en mostrar el género de cara. Con una barra imponente, donde todo podía verse, elegirse y probarse. Con unos camareros que a cada instante dialogaban con el comensal, emulando las famosas barras de sushi de Tokio y Nueva York. Hoy ya se sabe que las distancias y las prohibiciones lo hace todo más difícil. Sin embargo, siguen apostando por ofrecer una cocina hecha al momento. Del dia. Sus arroces —del señorito, con bogavante, de bacalao y setas— se encuentran entre los más codiciados de la zona. Lo mismo ocurre con sus bocadillos, rebautizados flautas y pitos (éstos algo más pequeños). Un pan finísimo, de poca miga, y que rellenan de lomo, queso, tortilla de patatas, atún, anchoas, solomillo de ternera, butifarra blanca o calamares. Este último lo acompañan de una mahonesa de lima, verdaderamente deliciosa y casera, que consigue transportarnos hasta cualquier puerto de la Costa Brava.
Tapeo multisensorial
El tapeo, abundante, diverso y multisensorial, es otro de sus highlights. Y siempre, no nos cansaremos de repetirlo, al instante. Bravas crujientes por fuera y untuosas por dentro; gambas al ajillo, con su punto idóneo de cocción; maravillas como el bacalao al allioli de miel, mezcla perfecta entre el dulce y el ácido, que nos hace fantasear con ese quinto sabor llamado umami; croquetas de jamón y pollo de auténtico cocido, ese que tambien dan en una miniolla. ¿Quieres saber más? No pierdas de vista sus tapas del día, por las que se han hecho conocidos. La jornada que estamos con ellos, nos dejan probar el arroz con cigalas, el guacamole a la brasa, la gamba roja, con sus mejillones y berberechos y el pulpo a la gallega. Casi nada. Nos dejamos para otro día unas habitas salteadas con gambas y jamón que vemos marchar hacia una mesa del interior; y una fritura brillante, compuesta por calamares, sepias, rabas, pescaito y pimientos de Padrón, que también observamos cómo se hace mientras estamos curioseando por el mostrador.
Nos cuentan que la hora de la comida —donde la gente se confecciona sus propios menús, cogiendo de un lado y de otro— y los desayunos —otro imprescindible que no puede faltar entre oficinistas y gente de bien— son dos de los mejores momentos para conocer la amplitud de la oferta que tienen. Las mañanas, cada día de la semana, incluyen alguna especialidad. Lunes, tortilla francesa con jamón; martes, pito de lomo con queso; miércoles, su fundente sandwich mixto con huevo y lechuga; jueves, jugosa tortilla de patatas y cebolla; viernes, bocatín de lomo con camembert; y sábado y domingo tiran la casa por la ventana y van directos al rey de los bocatas: la triada de lomo, bacon, queso.
Delivery recién hecho
Ahora que ya hemos desentrañado las virtudes y grandezas del local de la Gran Vía, si por algún motivo no tuvieras oportunidad de acercarte, échale un vistazo a la colaboración que han establecido con Glovo. Con ellos han querido hacer una selección de aquellas tapas, productos y elaboraciones que mejor se pueden transportar y menos sufren los pormenores de los viajes. Destacamos la flauta de jamón ibérico de Jabugo, las croquetas de pollo y jamón, la hamburguesa de solomillo, la ensaladilla rusa, los chips de verdura, la ensalada de quinoa y, como no, la dulcería, que no habíamos mencionado hasta ahora. Tres dulces para golosos empedernidos: la tarta de queso, el brownie y la torrija de Santa Teresa. También incluyen packs, como el dedicado a los niños o a los desayunos.
Adrian, su jefe de cocina, me recuerda cuando terminamos la entrevista: “No se te olvide decir que todas las tapas son recién hechas. Y que a las ocho de la tarde hay días que hacemos jarrete asado, cochinillo o alcachofas”. Queda dicho: Vinitus, cocina de calidad y al instante. A precios más que competitivos (el tiquet medio ronda los 18€). Un win win en estos tiempos tan inciertos que vivimos.
C/ Gran Vía, 4
Madrid Madrid
España