El Celler d’en Medir

Una masía centenaria, en el centro de Sant Cugat del Vallès, acoge el Celler d’en Medir. Un restaurante especializado en tapas, cocas y ensaladas situado a escasos doscientos metros del edificio más emblemático de esa ciudad vallesana, el Monestir. Con fachada a una amplia y tranquila plaza para peatones, el interior recuerda, por su decoración y techos de obra vista, el ambiente acogedor y familiar de una antigua masía catalana. Fuera, en la misma plaza, una gran terraza exterior, con sol durante todo el año, invita a sentarse y aprovechar el buen tiempo. De hecho, ya sea invierno o verano, son muchos los clientes que quieren comer en la terraza, muy concurrida también los fines de semana para disfrutar de muy buenos aperitivos.

Cocina catalana

La oferta gastronómica del Celler d’en Medir está basada en la cocina catalana en formato de tapas, cocas de pan, ensaladas y postres caseros. Productos de calidad y de proximidad, motivo por el cual la oferta varía respetando la temporalidad de los productos. Así, según la época del año, se puede disfrutar de bravas de boniato, de trinxat de la Cerdanya, de chips de alcachofa o de tempura de calçots. Buen servicio y mucha atención a las intolerancias alimentarias, de modo que disponen de pan sin gluten para las personas celiacas.

Entre la variada oferta de tapas de la carta, encontramos las patatas bravas del Celler, toda una reivindicación de las auténticas bravas, la tempura de berenjena con miel, los palillos del Celler con pollo rebozado, la cazuelita de queso fundido con sobrasada o chorizo y pan de coca o las croquetas caseras, de elaboración propia y sabores como ceps y foie, Idiázabal y membrillo o camembert con miel. Tapas que se pueden acompañar de una buena ensalada, como la de salmón y aguacate con vinagreta de mostaza suave o la tibia de dulce y salado con bacón, champiñones, pasas, frutas y vinagreta de frutos del bosque.

Uno de los productos estrella de la casa, las cocas, están hechas con pan de Folgueroles, que les confiere un sabor y textura únicas, muy superior a las típicas tostadas de la cocina catalana. Este pan de alta calidad sirve de apoyo a imaginativas y sabrosas combinaciones, de cebolla confitada con brie y virutas de jamón; de ceps, butifarra abierta, piñones y queso de Mahón, de escalibada con queso de cabra y anchoas, de jamón de pato con manzana al horno, foie y reducción de Pedro Ximénez o de pechuga con ciruelas, cebolla y queso gratinado. También hay de vegetales, como la de cebolla confitada, tomate fresco, mozzarella, piñones, albahaca y rúcula. Haciendo un símil con otro plato mediterráneo de éxito, la pizza, se podría decir que se trata de “pizzas a la catalana”, cambiando la base y utilizando ingredientes de aquí. Son muchos los clientes que optan por una comida compuesta por tres o cuatro tapas a compartir, seguidas de  una coca para cada comensal.

Para acabar, postres caseros como el tiramisú, que triunfa especialmente entre los clientes habituales, la tatin de manzana, el pastel de queso o el llamado “Titanic”, un sorbete de fresa y nata.

También ofrecen un menú para grupos, al precio de 22 euros, consistente en un pica-pica inicial, seguido por media coca a escoger, postres, bebida y café.