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Es un icono de Sitges (Barcelona), la preciosa ciudad que lo vio nacer hace más de 6 décadas, en 1956. El Roy, como así se conoce a este histórico bar, ha vuelto a abrir sus puertas reconvertido en una brasería que sirve carnes, pescados, entrantes, postres caseros y una amplia variedad de platos catalanes. "Hemos reabierto con un nuevo concepto, enfocado a la cocina tradicional catalana, con producto de proximidad y kilómetro cero", explica Samuel García, responsable del sofisticado local, con capacidad para 50 personas en el interior y más de una veintena en la terraza.
La emblemática cafetería ha cambiado los cafés y desayunos y las tapas y bocadillos por propuestas elaboradas con productos catalanes, como la ternera de Girona, el cerdo de Osona o las judías de Santa Pau. Una cocina de calidad para disfrutar con calma mientras suenan grandes temas musicales reversionados.
Un espectacular mostrador con carnes, hortalizas y embutidos locales
Para abrir boca, Roy ofrece entrantes como una tortilla de patatas casera con cebolla, espinacas salteadas con pasas y piñones, canelones gratinados o caracoles de Lleida guisados, así como una amplia variedad de torradas y tablas de embutidos. Merece una mención especial la tabla de quesos, con cinco variedades catalanas de distinta intensidad. De menor a mayor, la tabla incluye un timbal de cabra de Santa Eulàlia de Ronçana, un queso madurado de vaca de Sant Salvador de Guardiola, un queso de leche cruda de vaca con ratafía de Olost, un queso de leche cruda de oveja de la Ribera del Ebro y un azul cremoso de cabra de Santa Eulàlia de Ronçana. La exquisita tabla viene acompañada de una mermelada de higos, membrillo, picos y unas torradas de pan de cereales.
Si entramos en su especialidad, las carnes a la brasa, Roy ofrece una variada propuesta, con piezas autóctonas que se exhiben en un apetitoso mostrador. Además de lustrosas carnes, la vitrina acoge verduras, hortalizas y embutidos de primera calidad. Costillas de cordero, butifarra de Falset, muslo de pollo de corral del Penedés, pies de cerdo, churrasco de ternera y un espectacular chuletón de 850 gramos madurado durante 21 días son algunas de sus irresistibles propuestas carnívoras.
También preparan a la brasa un tomahawk de más de medio kilo. Esta chuleta de carne de ternera, que mantiene el hueso de la costilla, es una auténtica delicia que entra por los cinco sentidos. La sirven con cuatro acompañamientos (escalivada, patatas fritas, patatas de payés o judías de Santa Pau), a gusto del comensal. "El tomahawk empezó como una sugerencia, pero ha tenido tanto éxito que se ha quedado en carta", anota García.
Las opciones del mar también tienen un hueco en la carta del renovado restaurante, donde no falta la sepia estofada con patatas ecológicas y albóndigas, la crema de marisco con gamba salteada o el bacalao gratinado con alioli y patatas al estilo payés, muy demandado en el local, que planea incorporar menú diario y para grupos.
Del campo a la mesa
Quienes busquen opciones más ligeras pueden pedir unos cogollos de atún con anchoas de L'Escala, una esqueixada de bacalao o una ensalada típica catalana, a base de lechuga, pepino, tomate, aceitunas, bull blanco, longaniza, queso y cebolla. Una opción muy completa y apetecible para compartir, que puede acompañarse con alguno de los tres tipos de panes que sirven: payés, rústico y de coca (este último, la especialidad estrella).
La carta de postres está a la altura de su oferta culinaria, con opciones como requesón con miel del Garraf, músico con porrón de malvasía de Sitges, arroz con leche, distintos helados y una crema catalana casera con carquinyolis de una pastelería de Sant Pere de Ribes. El broche de oro a la propuesta gastronómica de un local emblemático que empieza una nueva aventura con productos de la tierra y deliciosas especialidades a la brasa.
Fotos: Marta Becerra.
/ Otros Catalana.
