Degustar unas clásicas patatas bravas o un osado tataki de atún con pepino en el lugar donde artistas como Salvador Dalí, Richard Hamilton o Marcel Duchamp, el actor Kirk Douglas, el escritor Umberto Eco o el Nobel de Literatura Gabriel García Márquez estuvieron sentados alguna vez proporciona un placer que va más allá de lo gastronómico. Si la experiencia tiene lugar en la terraza del local, presidida por las espectaculares vistas de la bahía de Cadaqués, el paisaje que tantas veces inspiró al genio de Figueres, el placer se multiplica.
La historia del Marítim se empezó a escribir en 1935 de la mano de Pere Figueras, una persona discreta y atenta que supo convertir el establecimiento en punto de referencia para residentes y visitantes ilustres de Cadaqués. Salvador Dalí, por ejemplo, tenía un amarre para su barca frente a la terraza del local. Huc Malla, nieto de Pere Figueras y actual propietario del establecimiento, recuerda que cuando Dalí y Gala desembarcaban, “ella le pedía a mi madre, que entonces era una niña, que besara el bigote del genio, pero huía despavorida a esconderse”.
Artistas tan destacados como Marcel Duchamp y Richard Hamilton hicieron más adelante del Marítim su punto de reunión como también lo fue para los integrantes de la llamada gauche divine. Gabriel García Márquez dejó constancia de ello en un relato de su libro Doce cuentos peregrinos. “Estábamos en el Marítim, el populoso y sórdido bar de la gauche divine en el crepúsculo del franquismo, alrededor de una de aquellas mesas de hierro con sillas de hierro donde sólo cabíamos seis a duras penas y nos sentábamos veinte”, escribió.
Hoy, el Marítim sigue siendo un punto de encuentro de artistas internacionales y conserva la esencia de sus orígenes a pesar de la reforma a la que ha sido sometido recientemente. El nuevo bar mantiene intacta la estructura, el techo y las paredes. Las decoran carteles de exposiciones y dibujos de los artistas que han pasado por el local, que demuestran la sensibilidad artística de su actual dueño Huc Malla, galerista y comisario de exposiciones. El renovado piso de formas geométricas blancas y negras, las sillas de madera y las mesas de mármol emulan los cafés de principios del siglo XX.
Tradición en el comedor y modernidad en la cocina se dan la mano en la nueva propuesta gastronómica del Marítim que apuesta por el producto de proximidad sin renunciar a sabores de otras latitudes. Su carta ofrece una amplia selección de tapas que destacan por su calidad y la cuidada presentación. Entre las agradables sorpresas, destaca el tiradito de wagyu con falso chimichurri de guindilla y yuzu, el carpaccio de corvina con su salsa o el bao de calamar a la andaluza en su tinta y mojo verde.
Propuestas que llevan la firma del chef Josep Manel García, que a pesar de su juventud se ha forjado desde que tenía 16 años en cocinas de México, Andalucía (Cádiz) y Catalunya. Entre los entrantes fríos, destaca el tártar de atún rojo con crujiente de alga nori, la ventresca de bonito con tomate y cebolla, o la burratina fresca (un tipo de mozzarella) con garo y tomate seco.
De las tapas calientes, especialmente orgulloso se siente el chef del huevo crujiente con parmentier de patata y jamón de pato y el dim-sum frito de langostinos y pollo. Los más carnívoros también encontrarán su objeto de deseo en la hamburguesa de vaca gallega con berenjena y foie o la black angus con patatas chips.
Que no se asusten los clásicos. En el Marítim no faltan las tapas de siempre pero actualizadas y con el toque especial del cocinero: los calamares a la andaluza, la tortilla de patatas, las rabas o las croquetas, una auténtica delicia con jamón ibérico de bellota y rebozadas con panko. De obligada cata son la “conservas hechas en casa” que se sirven en unas latas emulando el aperitivo doméstico: mejillones de roca de los pescadores de Roses cocidos al vapor con escabeche a base de verduras, hierbas, aceite y vinagre; navajas al natural cocinadas al vacío infusionadas con cítricos y berberechos al vapor con aceite, yuzu y pimienta negra. Toda una explosión de sabor que actualiza el aperitivo de toda la vida.
Si todavía queda un hueco para el postre, muy recomendable es el cheescake de yuzu y naranja, muy ligero y refrescante; el sorbete de albaricoque con rosa y lichi o una simpática receta del pan con chocolate de toda la vida.
El local, que cuenta con una amplia selección de vinos, está abierto de lunes a domingo de 8.30h a 3 de la madrugada. El horario de cocina en verano va del mediodía a medianoche.
La carta de cócteles, que cuenta con el asesoramiento del joven coctelero David Carreras, del bar Maverick de Figueres, dispone de una veintena de combinados clásicos y tropicales, con y sin alcohol, como el Daikiri con flor de saúco y azúcar de vainilla o el De Turia, cuya base principal es la cerveza. Propuestas más que interesantes para tomar solas o como epílogo de un tapeo con historia.
Passeig Marítim s/n
Cadaqués Girona
España