Aunque el jamón, el jamón ibérico y el de bellota son la esencia de Enrique Tomás, la conocida marca de restauración cuenta con un local que se distingue del resto. Enrique Tomás Experience, como así se llama, ofrece una experiencia gastronómica distinta al concepto que cualquiera puede tener de la cadena de restauración. "Es un molde de la cocina que se hace en el resto de locales que tenemos por todo el mundo. Es como un laboratorio desde el que exportamos nuestra filosofía y manera de cocinar", cuenta Xavier Bru, responsable de estrategia de Enrique Tomás. "Lo que se come allí es una réplica exacta de lo que elaboramos aquí", añade Bru.
Av. Diagonal, 372
Barcelona Barcelona
España
40 años de historia
En Barcelona, hay cerca de una cincuentena de locales Enrique Tomás y, en América, en torno a una veintena. En ciudades como Buenos Aires, México D.F., Lima y Dallas se puede disfrutar de la exquisita oferta gastronómica de Enrique Tomás, que celebra a finales de este mes de mayo sus 40 años. Lo harán con la inauguración de un nuevo y amplísimo local en Miami.
Cuatro décadas de trabajo y dedicación que han dado sus frutos. Al pie del cañón sigue Enrique Tomás, el fundador de la marca. Nacido en Badalona, donde sus padres tenían una tienda de ultramarinos, Tomás empezó a trabajar en una parada del mercado de la Salut de ese municipio y, poco a poco, fue abriendo restaurantes.
Uno de los últimos es Enrique Tomás Experience, un elegante local en forma de V situado junto al paseo de Sant Joan de Barcelona e inaugurado en octubre de 2021, hace poco más de medio año. El restaurante, que cuenta con una barra central, originales azulejos y una amplia terraza, acoge en su interior una tienda con productos gourmet como aceites, conservas y dulces. Un espacio foodie como el que tienen en varios aeropuertos de nuestro país.
Junto a esta tienda sibarita, en la que también están colgadas sus piezas de jamón de primera calidad, hay un comedor pensado para hacer una comida más informal, a base de bocadillos y tapas. Al otro lado de la barra hay otro comedor, destinado a degustar su exquisita carta, a base de carne ibérica y cocina española. Aun así, en cualquier parte del local se pueden pedir bocadillos, tapas o carta. También ofrecen un completo menú diario de lunes a viernes, que cambia cada semana. Cuesta 14,80 euros y siempre hay una opción vegetariana en los primeros platos y, otra, en los segundos.
De las bravas al steak tartar de cerdo ibérico
Para abrir boca, empezaremos con los entrantes. Las bravas no podían faltar en la carta del local. Las sirven "a su manera", con un alioli hecho con ajo escalivado y aderezado con pimentón de la Vera, orégano y ralladura de lima. Una sensación explosiva. También la provoca los calamares a la andaluza con mayonesa de mar y tierra. Una salsa es de tinta de calamar y, la otra, de menta.
Las raciones de embutidos de bellota ibéricos, el surtido de quesos, las croquetas de jamón ibérico y los huevos rotos con foie al Pedro Ximénez o con patatas y jamón ibérico son otros imprescindibles en su carta. Merece una mención especial la presa ibérica a la brasa con parmentier de patata trufada y el steak tartar de cerdo ibérico. Este último, emulsionado con alcaparras, mostaza antigua y varias salsas y con un toque final de mantequilla ahumada. En clave healthy no faltan sus ensaladas, un timbal de escalivada, el hummus de remolacha o el salteado de verduras y setas de temporada.
Para cerrar boca, sirven postres caseros como una torrija con helado de vainilla o la crema catalana. También se puede disfrutar de una tarta de limón o de un labio de chocolate blanco y frambuesa, ambos de Christian Escribà.
Propuestas que ponen el broche de oro a una experiencia gastronómica en la que el sello ibérico sigue siendo el protagonista.
Fotos: Marta Becerra