“La espuma de la cerveza del Salazar es más parecida a la crema del café que a la espuma de mar”, asegura un cliente. Además de por su excelente cuidado a la hora de servir la cerveza, el bar Salazar fue pionero en el servicio de unas patatas fritas gruesas y hechas en aceite de oliva virgen extra que hoy en día son referente de una marca comercializadora de la zona.
El grosor y el tamaño de estas patatas resultaron tan llamativas y gustaron tanto a sus clientes, que la oferta de las patatas ‘Salazar’ obligó a los propietarios a externalizar la elaboración de estas genuinas ‘chips’, eso sí, manteniendo el método artesano, la receta original y la supervisión y control de calidad de los creadores de esta patata hecha en Salazar. De hecho, la empresa mantiene un agradecimiento muy especial en las bolsas que contienen estas patatas por su contribución a este maravilloso producto.
“La idea es mantener la tradición y la forma de trabajar que tuvieron mis padres y mis abuelos en el bar” asegura Carlos Blaya, copropietario y cocinero de Salazar. Pero además de las conocidas patatas fritas artesanas, el bar oferta una gran cantidad de aperitivos que renueva a diario y que ha convertido en menú oficial de viernes y sábados para sus clientes.
Pulpo al horno, rollitos de salmón, ensalada murciana, salpicón, fritos de verduras, champiñones salteados, canapés, mariscos y el bacalao con cebolla caramelizada, son algunos de los platos más demandados de la casa por los clientes, tanto en formato tapa como plato individual. Toda una amplia gama de platos populares donde el producto mantiene el protagonismo en cada una de las elaboraciones. “En la cocina trabajamos con productos de primera y hacemos una cocina entendible, buscando el sabor y respetando la personalidad de la materia prima”, asegura Carlos Blaya.
Mención especial merece la mojama de atún de Barbate, la cual es secada en el local en su punto exacto desde hace muchos años, con los métodos y trucos que han ido pasando de generación en generación. La textura es tersa, y la maduración y el tratamiento de la misma le aporta un sabor auténticamente delicioso. Para no perdérselo.
“La mojama nos llega al bar sin curar y aquí le damos el tratamiento necesario para que tenga esta textura y sabor tan especial y único con al que tenemos acostumbrados a nuestros clientes”, afirma Blaya. Además de una barra de acero para los aperitivos más animados, el bar dispone de unas cuantas mesas para quienes prefieren la caña relajada y el tapeo distendido y una terraza. En definitiva, un bar de casi noventa años que ha pasado por las distintas épocas de la historia como un referente en la zona gracias a sus interesantes productos hechos en casa.