Lo que empezó como un local de diversión en plena calle Ponzano se ha convertido hoy en un grupo de más de 30 establecimientos que contemplan tanto bares como restaurantes y salas de fiesta. El grupo LaLaLa, fundado por Miguel Torremocha y Miguel Nicolás, arrancó con una pequeña cervecería que convirtieron en taberna tradicional allá por 2015 y no han dejado de crecer desde entonces buscando intentar cubrir todos los diferentes perfiles de clientes.
Si algo les caracteriza es la siempre omnipresente barra, que en La Malcriada es eje fundamental del concepto y que se apoya en una grande y agradable terraza en la calle Doctor Fleming. Punto positivo de esta terraza, además de su amplitud y de estar en una zona con no demasiado tráfico, es que a mediodía está a la sombra, por lo que será perfecta cuando el calor empiece a apretar.
C. del Dr. Fleming, 25
Madrid Madrid
España
Desayunos, afterwork y picoteo variado
La Malcriada no pretende ser un restaurante. Su carta es corta y su oferta informal y adecuada para cualquier momento del día; es un sitio para picar algo de forma distendida sin ningún tipo de pretensiones. Es ese sitio en el que reunirse cada vez que hay un partido de fútbol porque los televisan mientras que van tirando cañas y sirviendo vermús. Pero todo arranca a primera hora de la mañana, con una oferta de desayunos que lejos de quedarse en los clásicos se atreve con alguna tostada diferente (ricota y pavo asado) y también boles con yogur y frutas, el mítico pincho de tortilla, sándwich mixto o churros y porras.
En cuanto a la comida —la cocina tiene horario hasta las 16h y luego de 20h a 24h—, hay gildas y boquerones en vinagre de Casa Santoña, también anchoas de Don Bocarte y no faltan ni las bravas ni las croquetas, como en cualquier bar de toda la vida. Pero destaca entre todo la ensaladilla, elaborada con patata rallada, muy cremosa y nada ácida, que llega coronada con un poco de ventresca de atún de buena calidad por encima. Sin duda, de esas ensaladillas que marcas en el mapa como referencia cuando quieres comer bien. La vi aparecer, y con razón, en las tres mesas que nos rodeaban.
Siguiendo los consejos de quien nos atendió, con un servicio eficiente y simpático, probamos también las alitas de pollo que aparecen deshuesadas para comer como pipas y glaseadas en una suerte de barbacoa agridulce con un punto dulce marcado y también algo de picante que es fácil que enganchen a cualquiera. Después, el tartar de salmón para el que sugiero un aliño con más delicadeza para que el pescado aparezca mejor en el conjunto y un correcto bocadillo de pastrami, con un pan tierno y bien tostado, pepinillos, el dulce de la cebolla caramelizada y mostaza.
No se dejen el postre, porque a pesar de que la tarta de queso sea famosa en la casa, yo no me iría sin probar el milhojas de chocolate que se compone de pan tipo pergamino (ese finísimo y crujiente, como el pan carasau italiano pero menos tosco) y una rica mousse de chocolate con bien de sabor al mismo. El toque salado del pan con el chocolate va de maravilla y resulta un conjunto etéreo y liviano que, en cuanto te descuidas, te has terminado. Hasta para los que no solemos abusar del postre después de la comida.
Un ritmo bueno de la cocina, perfecto para solucionar a mediodía pero también para momentos distendidos, y un ticket medio que ronda los 20-25€ ratifica la estrategia del popular grupo para cumplir con sus clientes sin quebraderos de cabeza. Para la próxima, como todo buen bar, le pediría que el zumo de tomate me lo aliñasen directamente ellos, con gracia y salero. Eso sí, los dobles de Estrella Damm muy bien tirados, un plus.