Se hacen llamar Petit Appetit (pequeño bocado en francés) y sus restaurantes han sido la sensación de estos últimos años. Cada nueva inauguración ha recibido la atención del público y los foodies más atentos. Y no es para menos, el grupo ha abierto ya cuatro locales con una enorme aceptación. Petit Appetit es el emblema del grupo, dedicado a ensaladas y pastas gourmet, y cuenta con dos ubicaciones, Monte Esquinza y Miguel Ángel; Merci representa la opción más exclusiva, un delicioso bistró situado en el barrio de Salesas; y Ola La se sumaba hace unos meses con un concepto que apostaba por elaboraciones más actuales y cosmopolitas. Tras el correspondiente rodaje pasamos a verlo y disfrutar de las creaciones de las que todo el mundo está hablando.
Lo primero que nos llama la atención es ese surf bar que ondea junto al nombre. Como es norma general dentro de sus otros restaurantes, la decoración es una de las señas de identidad más destacadas. Los tres socios han sido los encargados de seleccionar los objetos que vamos a encontrar. Las tablas de surf que decoran las paredes han sido elaboradas por un ebanista alicantino, especializado en este tipo de modelos; las fotografías son obra de un artista neoyorkino, colaborador habitual de National Geographic; las sillas de caña son idénticas a las que podemos ver en las terrazas parisinas, de dónde las han traído… En definitiva, el ambiente que se respira es el de un lugar acogedor y abierto al mundo. Solo nos falta escuchar el sonido de las olas para lograr una experiencia completa.
Sin embargo, lo mejor aún está por llegar. Los restaurantes de Petit Appetit han tomado fama por cuidar con esmero el producto. Una manera de acercar la mejor cocina de la forma más tradicional posible. Esta vez no ha sido menos, aunque poniendo el interés en platos frescos y divertidos. Conteniendo todo lo posible los precios y presentándolos en originales grupos. A destacar sus alcachofas, jugosas y suaves; la manera que tienen de prepararlas, confitándolas previamente y luego dándoles un toque muy leve de plancha, las hace irresistibles. El mix de verduras con chipirones, elaborados juntos en wok, es otro de sus imprescindibles. Un producto trabajado con respeto y al que le obtienen el máximo rendimiento. También es admirable la manera en la que preparan el tataki de atún, al que complementan con quinoa y verduritas. Comida sana y saludable, cuidando los materiales y realzando los sabores originales.
Sabores que en muchos casos, cuando hablamos de cocinas de otras latitudes, ya están más que asentados y establecidos. Sorprenden para bien los noodles de arroz y pollo al curry; al igual que la ensalada de burrata de búfala, con ese punto dulce y mantecoso que nos hace recordar la belleza del sur de Italia, su lugar de origen. Foodporn en estado puro.
La dulcería es otra de sus grandes bazas. Todos los postres han sido elaborados por ellos. Y eso se aprecia en el uso del azúcar, muy comedido, cuidando que sean golosos pero no perjudiciales. La tarta de manzana es un guilty pleasure que no se puede dejar pasar. Deliciosa, intensa, profunda, sabrosa, tierna. Los adjetivos no se acaban. ¡Hay que probarla!
En todo caso, si lo que se prefiere es disfrutar de un aperitivo o de un afterwork, es necesario poner en valor las raciones para compartir y su tabla de quesos. Los chicos de Poncelet -siempre al rescate cuando se trata de seleccionar con gusto y esmero entre la inmensidad de tipos que existen en su quesería de- han sido los encargados de afinarlos. Y para beber es más que recomendable echarle un vistazo a su variada carta de cócteles, plagada de clásicos como el mojito, la piña colada, el bloody mary o la caipirinha. Combinados que no por conocidos son menos atractivos. Aquí, como en todo lo que hacen en Petit Appetit, se va a la esencia.
Una oportunidad ideal si se quiere descansar del ajetreo de Chueca y sus concurridas calles. El establecimiento se encuentra frente al remodelado mercado de San Antón, otro hot spot gastronómico del barrio. Si se prefiere también el local puede ser un punto desde el que comenzar la noche. No le falta de nada. Volvemos a insistir en ello: esencia mediterránea, aires marinos, comida saludable, productos de temporada y un ticket medio de 25€ que no resulta abultado para la zona y la propuesta. También cuentan con un menú a 11€. ¿Se puede pedir más? Sólo queda lanzarse al mar y empezar a nadar hasta coger la primera ola por nuestra cuenta.
Augusto Figueroa 41
Madrid Madrid
España