El mercado municipal de la plaza de Cuba ha sido históricamente uno de los enclaves más concurridos de la ciudad de Mataró, con permiso de su céntrica plaza de Santa Anna. Alrededor de este equipamiento se ha ido consolidando, en los últimos años, una variada oferta de restauración que busca acercarse a las tendencias gastronómicas que ya imperan en ciudades mucho más grandes como Barcelona y Madrid.
Es el caso de Omnia Café Bar, abierto hace poco más de cuatro meses, a escasos pasos de este mercado central, y que nace con la voluntad de “romper con los moldes de la restauración de toda la vida que predomina en Mataró y sorprender con un servicio ininterrumpido y una oferta gastronómica amplia, divertida y con una clara apuesta por la comida saludable”, tal y como explica Javier García Navarro, responsable de este enorme local, de más de doscientos metros cuadrados.
Desde el desayuno hasta la cena, pasando por el afterwork, el local cuenta con propuestas para todas las franjas del día y, por eso, también plantea un interiorismo con áreas diferenciadas y que juega a combinar muebles de diferentes estilos. Uno de los espacios más atractivos, ahora que todavía acompaña el buen tiempo, es su zona de porchada, abierta a la calle, con mesas altas, sofás en los que relajarse y un techo cubierto de delicadas grullas hechas con origami.
Palmarola, 4
08302 Mataró Barcelona
España
Gastronomía ecléctica
Los fogones de Omnia Café Bar los comanda Antonio Martínez, uno de esos cocineros con experiencia en mil batallas, que nos explica que su intención no es ofrecer una carta especializada: “Más bien es una propuesta ecléctica que coge un poco de aquí y de allí“, dice. De aquí, encontramos tapas clásicas como las bravas, que cortan a mano, o la ensaladilla rusa con crujiente de cebolla. De allí, el hummus de remolacha con pan de pita o los benedictinos, con sus huevos poché y la opción de combinarlos con bacon o salmón. ”En Barcelona puedes comer unos benedictinos en muchos sitios, pero es algo que no sucedía en Mataró”, apunta García Navarro.
Asimismo, quieren dar mucha importancia a la comida saludable y por eso ofrecen bowls, a base de quinoa roja o arroz integral, además de ensaladas ligeras y otras más contundentes como la de burrata, calabacín, rúcula y pistachos. Como todo lo que sale de esta cocina, las cantidades son generosas y los precios bien asequibles.
Tampoco faltan las hamburguesas, con propuesta vegana incluida, algunas tostadas y otros platos con mirada local como las albóndigas con sepia.
A la hora de comer, apuestan por un menú semanal, con cuatro primeros y cuatro segundos, siempre con opciones veganas y vegetarianas, que se inspira en la carta pero también en propuestas de nuestro recetario tradicional. “No se trata de hacer artificios, si no de cocinar y de presentar bien el producto”, dice el chef. A él también le gusta jugar con las sugerencias y algunos de los platos que ya ha tanteado entre la clientela, como el salmón flambeado o su versión del bocadillo de calamares madrileño en pan bao, pronto pasarán a ser protagonistas de la carta.
Café y bocadillo por la mañana, cerveza y conservas a la hora del vermut, infusión y tarta casera para merendar o cócteles para cerrar la cena. Las fórmulas de Omnia Café Bar son múltiples pero todas tienen un objetivo común, que nos sintamos tan a gusto que no queramos volver a casa.
Fotos: Marta Becerra.