Siempre respetando la trazabilidad del producto y dándole un punch extra con sus gozosos macerados marca de la casa. Y ultrasecretos. “No te puedo decir todo lo que lleva”. Fue una de las frases más repetidas cuando nos acercamos a Malasaña, la sede de este restaurante de aires americanos y esencia madrileña, para entrevistar a sus creadoras. “Nosotras somos de Venezuela, pero nos sentimos cien por cien de Madrid”, comentan a dos voces.
Oriana y Janet son las encargadas de dar vida a uno de los negocios con más personalidad del centro de la capital, justo en la calle de San Andrés, limitando con la plaza del Dos de Mayo. Un local, dividido en tres espacios diferentes, cuya decoración está formada por fotografías de jugosas hamburguesas, grafitis con sugerentes lemas y un neón rojo que dibuja un enorme gallo, el distintivo de la casa. La imagen, como podemos comprobar, es una de sus señas de identidad. En Instagram ya tienen más de tres mil seguidores, y eso que su fecha de apertura estaba prevista para el catorce de marzo, el día que se decretó el estado de alarma. “Hemos utilizado a nuestro favor todo el viento en contra que podíamos tener”, reconocen con una sonrisa de oreja a oreja. Ante la imposibilidad de abrir, se lanzaron raudas a un modelo que casi ni tenían desarrollado, el delivery. “Y funcionó”, recuerdan ahora, con la perspectiva que da el montar un negocio en un momento de tanta incertidumbre.
A ello ha ayudado también el tener unos eslóganes reconocibles: “Grandes momentos, grandes pollos”, “Hoy tu cita es con el pollo” o “Me diste alas y yo solo quería muslos”. Pero todo esto no habría funcionado si detrás no hubiese una materia prima y unos platos de escándalo. “El pollo no tenía protagonismo en las cartas de Madrid y nosotras se lo hemos dado”, subrayan. Se puede comenzar el festín con unos crujientes aros de cebolla, unos nachos bañados en chili con pollo, nata agria, jalapeños y guacamole o sus insuperables crispy wings, acompañadas por su salsa picante buffalo.
Entre sus hamburguesas nos decantamos por La Slaw, un bocado de 180 gramos que, además de la pechuga, ecológica y certificada, trae ensalada coleslaw y pepinillos. Otros platos también hacen guiños al barrio, como la Malasañeza, que cuenta con queso americano, bacon, cebolla caramelizada huevo y salsa barbacoa. Y si te gustan las mezclas de dulce y salado te recomendamos que le hinques el diente a la chorreante chicken gofre: cuatro tiras de pollo especiado coronadas por glaseados gofres y miel. Todas las comandas vienen acompañadas por patatas, ya sean de gajos o cortadas finamente. ¿Algo más? Si, su chicken pack mix. Una especie de menú degustación con los básicos del lugar, que incluye tenders de pollo, alitas, coleslaw, mac & cheese y patatas finas. No te resistas a la sensación de este verano y dales una oportunidad.
Calle de San Andrés, 26
Madrid Madrid
España