El actual Spoonik Restaurant es la evolución del Spoonik Club. Aunque tal vez sería más correcto decir que no se trata únicamente de una evolución, sino también de pasar de la clandestinidad a abrirse al público. Porque la hospitalidad, creatividad, calidad gastronómica y experiencia que supone una comida o cena en Spoonik sigue siendo de máximo nivel.
Spoonik era un restaurante “clandestino”, en el sentido que se da en muchos países de Sudamérica a esta expresión, para referirse a los establecimientos ubicados en un domicilio particular. En la residencia barcelonesa del chef colombiano Jon Giraldo nació, a finales de 2013, el concepto Spoonik, que bien puede definirse como “la experiencia de comer en casa de un chef”.
En un par de años, el indiscutible éxito de su propuesta provocó el siguiente paso: trasladarse a otro local, en la cercana calle Bertran, más amplio, más “restaurante”, que mantiene la filosofía inicial que ellos definen como “comerse una experiencia”.
Los responsables de esta sensación gastronómica son el ya mencionado Jon Giraldo y el mexicano Jaime Lieberman. El primero es la cuarta generación de una familia de hosteleros y propone su interpretación de una cocina mestiza original, enmarcada en el realismo mágico. Jaime, por su parte, es un artista pluridisciplinar capaz de plasmar su visión en cada una de las creaciones de Spoonik, convirtiendo los platos en lienzos inéditos, en auténticas experiencias sensoriales.
Jaime nos explica las razones del cambio de local: “Después de haber trabajado durante dos años y de que casi nueve mil personas hubieran pasado por casa, tuvimos que empezar a pensar en cambiar a un local más adecuado con la nueva situación”. El restaurante tiene capacidad para 38 personas y, añade: “permitió desarrollar un software de control de toda la sala para que la experiencia esté mucho más automatizada”.
Junto a un equipo de apasionados de la gastronomía, proponen a sus comensales un menú degustación que varía según el producto de temporada y que asombra a los paladares gracias a su juego de texturas, sabores e influencias. Una fusión de las cocinas mexicana y colombiana, con toques de raíces mediterráneas en platos de estética efervescente que invocan al realismo mágico.
Una fascinación que no solo se desprende de los platos, sino que incluye también la atmósfera del local. Elegante, con muchos toques artísticos, cada plato se acompaña de un ambiente distinto, gracias a la música y a los juegos de luces que inundan la sala. La sorpresa viene con cada plato: cada uno de ellos implica un ambiente diferente, desde una proyección audiovisual sobre la mesa a utilizar unos auriculares para escuchar una grabación del sonido del mar mientras se disfruta de un plato de pescado. Por eso, cada visita a Spoonik es una experiencia única e irrepetible.
No hay carta, es menú degustación. Hay cuatro, el “Menú Mediodía”, cocina tradicional disponible de miércoles al domingo al mediodía, por 33 €, el “Tradicional Latinoamérica”, sábados y domingos al mediodía, por 60 €, el “Festival”, todos los días para cenar, por 115 € o el de menú corto por 65 € de domingo a jueves noche.
El plato tradicional que se mantiene desde los orígenes de Spoonik, cuenta Jaime es: “La Oda al maíz, que une la tradición con la modernidad. Una receta de la bisabuela de Jon de maíz en diferentes texturas a la que hemos incorporado algunos toques de vanguardia. El nombre es un homenaje a ella y a Pablo Neruda, que escribió un poema con ese nombre”. Además, ceviches, mextlapique de rodaballo relleno de papaya y coquitos de Brasil o tamal crujiente con salsa de tomate verde y chile serrano son algunas de las delicias que componen los magníficos menús.
También ofrecen servicios a domicilio, como catering para fiestas y eventos particulares, o chef privado que se desplaza con su cocina para acontecimientos especiales.
Calle Bertran, 28, Barcelona
08023 Barcelona Barcelona
España