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Andorra remite probablemente a paisajes blancos, llenos de nieve. Pero este país anclado en los Pirineos es mucho más que pistas de esquí, forfaits y descensos. En verano también ofrece una amplísima diversidad de propuestas al aire libre. Montañas, actividades en el campo, escapadas... y, por supuesto, una oferta gastronómica de altura. De mucha altura, nunca mejor dicho.
Y ahí, en ese escaparate de propuestas gastronómicas, se hace un hueco Bruna, un restaurante con mayúsculas, perteneciente al hotel Serras, en la localidad de Soldeu el Tarter, en los Pirineos. Probablemente es difícil encontrar un local con una variedad de productos de temporada y proximidad tratados con tanto cariño como en este lugar. Porque Bruna es gastronómico, con mucho estilo, pero, a la vez, un punto informal. Vamos por partes.
Aunque Bruna de entrada te recuerde a nombre de mujer, también es el nombre de la raza de vaca más famosa de los Pirineos. Y es que, en el fondo, de eso se trata: Bruna es un acertado homenaje a la carne santo y seña de la zona, a ese producto procedentes de reses criadas en este territorio. Y, por supuesto, un guiño que está presente en la carta del restaurante. Porque es precisamente el valor del KM0 y de los productos de proximidad una de las razones de ser de este local que ha logrado, en el poco tiempo que lleva abierto, el equilibrio idóneo entre naturalidad y producto bien cocinado.
Carretera General 2 n°26
Soldeu (Andorra)
España
Una carta con muchos galones
Llegados a este punto, vamos a lo que de verdad te interesa: la carta (se renueva cuatro veces al año), que sigue un patrón en casi todas sus propuestas. Es decir, una revisión del recetario tradicional catalán, pero con una aportación más fresca, más actualizada y cocinada de manera inteligente. Detrás de los fogones, a diario, está el chef Marc Tarragona que, tras su paso por las cocinas del hotel Arts y, ahora, bajo la supervisión creativa de Marc Gascons, le da un toque francamente muy personal.
De entrada, no te pierdas la croqueta de jamón de Jabugo... con jamón de Jabugo, enormemente cremosa (aquí está su verdadero secreto). ¿Qué mejor forma de rematar una bechamel con trocitos de jamón del bueno con una loncha de jamón sobre la croqueta para realzar su sabor? Dicho y hecho. Si quieres otros entrantes de nivel, lánzate a por los buñuelos de bacalao con alioli de pimentón.
A pesar de estar en medio de las montañas, Bruna ha sabido rescatar del recetario una serie de platos que tienen el mar como protagonista. Te sugerimos, de verdad, el tartar de atún (Balfagó, como no podía ser de otra manera), muy poco aliñado para no esconder el sabor de la carne del pescado. O el rape con almejas y setas. En nuestro caso, las almejas fueron sustituidas por unos trocitos de bogavante, que quitan el hipo y combinan sabiamente con la carne tierna del rape.
El valor de las carnes
Pero si por algo hay que pisar la Bruna es, lógicamente, por sus carnes. Y ahí, el chuletón de vaca Angus (sí, esta viene de Girona, pero no le resta mérito a la Bruna, que tiene una carne distinta) a la brasa de leña, con patatas. Es sencillamente insuperable. La tienes en la carta a peso y las piezas suelen estar entre un kilo y un kilo y medio. Y si eres muy carnívoro, también te puedes decantar por otras propuestas como el steak tartar de filete cortado a cuchillo o el solomillo a la brasa con setas a la crema y jugo rustido.
Mención aparte, los arroces. La carta ofrece propuestas distintas. Desde los cremosos como el de parmesano y trufa negra a los secos, como el de alcachofas, sepia y ajos tiernos o el de salchichas, butifarra negra y calabaza. Pero no puedes pasar por alto el arroz seco de carabineros que, si lo deseas, puede ser sustituido por gambas rojas frescas (muy, muy frescas). El caldo, simplemente maravilloso y el grano, suelto (como tiene que ser). Lo confirma el que escribe este texto, que es valenciano y sabe de lo que habla.
Luz, calidez, calma y grandes vistas
El local respira calma y tranquilidad en cada esquina. Y eso se agradece desde el primer minuto en que lo pisas. Accedes desde el lobby del hotel, un espacio que transmite los valores con los que el grupo Serras quiere dar personalidad a sus establecimientos: calidez. Si tienes, la oportunidad, pide comer en el rincón habilitado frente a los grandes ventanales por los que entra luz y más luz. Un espacio excepcional desde el que puedes observar las montañas, que casi parece que se te echan encima. Las tienes tan cerca que entre plato y plato te van a entrar unas ganas locas de tirarte sobre la hierba o recoger unas flores ahora que el verano está aquí.
Tras el cierre de la temporada de invierno y un merecido descanso, el restaurante volvió a abrir sus puertas el 2 de junio, pero sólo los fines de semana. Durante los meses de julio, agosto y septiembre, permanecerá abierto todos los días de la semana, con horarios que van de 13.30 a 15h para las comidas (los fines de semana este horario se amplía hasta las 16h) y de 19h a 22h para las cenas (los fines de semana hasta las 23h).
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