Casa Flora se encuentra en el centro neurálgico del casco antiguo gerundense, con unas vistas magníficas sobre el Onyar y el puente de Piedra. Los propietarios son la pareja formada por Sonia Calvo y Quique Zapata. Él es el chef y durante años ha estado al frente de la cocina de varios hoteles de Barcelona. Y aunque este es el primer restaurante de su propiedad, ambos tenían muy claro lo que querían: cocina de calidad para el día a día pensada sobre todo para un público de proximidad.
La propuesta de Casa Flora es una cocina de mercado elaborada y original con precios muy asequibles. «Hacemos un esfuerzo con el precio para demostrar que se puede hacer buena cocina sin pagar barbaridades —explica Sonia, que agrega— queremos que nuestra clientela sea de Girona». La ciudad, aseguran, está llena de restaurantes y bares donde se pueden comer platos para picar o tapas. Casa Flora, en cambio, quiere un retorno a la tradición de los menús con un toque innovador, con platos deliciosos que luego permiten «volver al trabajo». «Pensamos los platos para que sean saludables, sin dejar de ser apetitosos, con verdura fresca y producto de temporada».
Quique Zapata, un chef apasionado por su trabajo, cambia la carta cada día; según lo que le sirven sus proveedores habituales, idea el menú. Son tres primeros, tres segundos y tres postres para elegir. Platos de toda la vida, pero con el toque personal del chef: vichyssoise de pera, canelón de calabacín relleno de salmón y salsa tártara con virutas de Grana Padano o bombas de Barcelona, crujientes y extraordinarias.
Para continuar, solomillo ibérico con crema de queso azul; risotto de setas, aceite de trufa blanca y virutas de parmesano o bao con carrillera de cerdo ibérico, encurtidos y salsa de yogur. Los postres también son muy atractivos: crema catalana con helado de café o milhojas de manzana. Y estos son los platos que te puedes encontrar un día cualquiera, pero mañana serán otros.
Aunque hace pocos meses que han abierto, Casa Flora ya cuenta con una clientela fiel, que repite y que disfruta con la buena cocina. «Estamos muy contentos» asegura Sonia. Y parte del mérito también es suyo, con un trato excelente que te hace sentir bienvenido y como en casa.
Casa Flora es un sueño que la pareja tenía desde hacía tiempo. Hace 4 años se trasladaron a Girona, de donde ella es originaria, y fueron a vivir justo encima del actual restaurante, ya que toda la finca es de su familia. «Aquí vivió mi abuela y vive mi padre; yo he vivido toda la vida y tengo muchos recuerdos». Por eso, cuando los bajos quedaron vacíos, Sonia y Quique no se lo pensaron dos veces. Y en febrero de 2020, se pusieron manos a la obra. Pero entonces llegó la pandemia, que los obligó a detener totalmente el proyecto.
Finalmente, este año, y después de muchas dudas, decidieron sacar adelante Casa Flora. Y no se han equivocado, viendo la cantidad de clientes que tienen cada día.
El menú del mediodía incluye primero, segundo, postre y 1 bebida. Algunos platos tienen suplemento de 1 o 2 euros. También abren para el desayuno, con precios igualmente asequibles. Su horario es de lunes a viernes, de 9 de la mañana a 4 de la tarde. Por las noches solo abren viernes y sábados.
Después de un verano «muy loco», ahora encaran un otoño con muchas ganas de seguir sorprendiendo y «acogiendo» clientes.
Fotos: Martí Artalejo.