Desde hace poco más de medio año, el espacio que ocupaba la mítica zapatería Padeví, en la emblemática esquina de Francesc Macià, se ha transformado en un auténtico templo gastronómico. La remodelación ha sido total, incluso en la fachada, y tan solo se conservan las paradigmáticas columnas dóricas originales. El local, propiedad de Camarasa, dispone de 350 metros cuadrados donde predominan los dorados y el mármol. Está dividido en tres espacios situados en tres alturas diferentes: además de la zona de restauración, cuenta con una frutería y rosticería, una quesería y charcutería y un espacio gourmet. Producto selecto que representa una excelente materia prima.
"Todo lo que tenemos en la tienda se puede convertir en un plato para ser disfrutado aquí mismo", explica Marc Taribó, CEO de Camarasa y miembro de la tercera generación de la familia propietaria. Su gastronomía se caracteriza por ser una cocina de mercado, abierta a todo tipo de personalizaciones por parte del comensal, que se nutre de productos de temporada y de kilómetro cero, pero también por otros muchos que provienen de fuera y de los cuales la calidad es el eje central. De hecho, Marc visita cada día Mercabarna para escoger personalmente el producto que más le convence. Nada se deja al azar. Y es que Camarasa lleva más de 60 años -exactamente desde el 1959, año en que María Camarasa abrió su primera tienda en el barrio de Sarrià- dedicándose a conocer cada fruto y verdura que vende y a hacer viajes para encontrar la mejor variedad.
Pl. de Francesc Macià, 1
Barcelona Barcelona
España
Una carta estacional
El sabor del buen producto, sin disfraces, es el protagonista indiscutible de su minuta, que se rige por la estacionalidad de las frutas y las verduras, por lo que va cambiando a lo largo del año. Para empezar, podéis optar por unas sabrosas alcachofas en tempura y con salsa romesco. El montadito de foie; la croqueta de pollo a la catalana con pasas y piñones; las bravas con alioli o el brioche de calamares con mayonesa de ajo negro y lima son otras de las propuestas disponibles para abrir boca.
Más allá de los platos para picar, su carta está dividida en otras secciones como la charcutería, en la que se encuentran, por ejemplo, el foie micuit casero con manzana y sartorelli o el steak tartar de Black Angus Segrià con yema curada; naturaleza, donde podemos escoger delicias tan apetitosas como las verduras a la brasa con salsa romesco, el ceviche de lubina Aquanaria con leche de tigre de aguacate, moniato y maíz crujiente o la burrata con escalivada y polvo de oliva negra y fuego y brasa, con opciones como el pulpo a la brasa con salsa Muhammara, el medio pollo a l'ast con guarnición y salsa a escoger -lo elaboran en la rosticería del mismo local y tan solo está disponible los mediodías- y el canelón XL de asado, uno de los platos más identitarios de Camarasa. Ahí es nada.
Pero sin duda el arroz a la brasa es uno de sus imprescindibles. ¡Causa furor entre la clientela! Lo cocinan dependiendo de los ingredientes que dispongan ese día. Nosotros provamos uno de verduras con un punto de trufa. Suculento y en su punto. Para repetir.
La nota dulce la pone el brownie de chocolate con helado de vainilla, el carrot cake o el limon pie, entre otros postres caseros. Por supuesto, también destaca su exquisita macedonia. Una refrescante combinación de sabores ideal para terminar la comida.
12 horas de cocina non stop
Camarasa ofrece una cocina ininterrumpida durante todo el día, desde las 12h hasta las 24h, a excepción de los domingos, que no se ofrecen cenas. Además, si visitáis el local por la mañana también podréis disfrutar de un buen desayuno o brunch.
En el espacio interior se pueden reunir unos 30 comensales; mientras que las terrazas permiten sumar 60 personas más a la capacidad del espacio gastronómico. Si se desea un ambiente más exclusivo, Camarasa también organiza cenas privadas, con entrada y baño independiente, en su planta inferior. Para ello es necesario hacer una reserva con suficiente antelación.
Fotos: Marta Becerra