En sus primeros meses de vida, el restaurante Collonut ya consiguió una clientela fiel por la calidad de sus embutidos y quesos, por su bikini trufado con mortadela de Bolonia, por las más de 70 referencias de vinos que hay en sus estanterías y por aquel ambiente de vermutería de barrio clásica y tradicional que hace que nos sintamos como en casa.
En la Toscana catalana
La vitrina de Collonut centra todas las miradas en el instante en que atravesamos la puerta. Pinchos y banderillas de colores, sabores y olores que nos hacen la boca agua, embutidos y quesos de diferentes procedencias, croquetas caseras de mil gustos y, si estamos de suerte, una tortilla de patatas reciente hecha. La tortilla la cocina como hobby uno de los propietarios, Arnau Barba. Toda una declaración de intenciones que resume el espíritu del local.
Él y Alberto González se aventuraron a abrir el Collonut hace tan sólo unos meses, en febrero, y los fines de semana no se cabe ni de pie, en este pequeño local del barrio del Congrés i Els Indians, en Sant Andreu. El boca a boca ha sido una de las mejores cartas de presentación de esta vermutería y bar de vinos, que partía de la idea de reproducir las bodegas de barrio de toda la vida, aquellos bares donde se encontraba el vecindario mientras tomaba una caña y se ponía al día.
Arnau es también el propietario de Reina Croqueta, una cocina de producción desde donde elabora los platos guisados, las croquetas y tortillas que se sirven en Collonut. Esto hace que se ofrezcan hasta 25 sabores diferentes de croqueta (cada semana 5 diferentes): de bacalao, de roquefort y nueces, de ceps y foie, de jamón ibérico, de calamares con tinta ... y un largo etcétera. Estas delicatessen se venden también en la foodtruck Reina Croqueta, quizás os sonará.
Comer tradición catalana
La carta de Collonut está pensada para picar algo y compartir con el resto de la mesa. Triunfan especialmente los embutidos catalanes (butifarras, fuet, salchichón de Girona), los ibéricos de Oliva de la Frontera (al sur de Badajoz) y los quesos (manchego de Castilla-La Mancha, payoyo, ...). Los rillettes los cocinan también en el obrador y cambian semanalmente (faisán y pasas, jabalí y nueces, ...); los acompañan con mermeladas caseras tan espectaculares como un chutney de manzana y cítricos.
La hora del vermú es una fiesta en Collonut, con conservas, sardina ahumada y unas Papas Collonut, de unos 3 mm de espesor con una salsa brava casera y ñoras, que hay que probar. Pero las auténticas estrellas son las banderillas hechas a mano por la bacaladería Folguera, de antigua tradición en el barrio. Entre las de tomate seco y bacalao, las de alcachofa y pulpo, las de calamar con pimiento rojo o las de mejillón y pimiento verde, no sabrías cuál elegir.
Y hemos dejado para lo último uno de los must del local: un bikini trufado con mortadela de Bolonia que se inspira en la receta de Carles Abellán. Y es que los propietarios fueron sus discípulos. Hay un pequeño apartado de guisos en la carta que se irá ampliando en los próximos meses. Cuenta con fricandó, albóndigas con sepia y carpaccio de pies de cerdo con alioli cítrico, entre otros.
El ‘cigaló’ de Bailey 's (carajillo) y los ‘carquinyolis’ de postre confirman que Collonut busca volver a las raíces de los bares donde crecieron Arnau y Alberto. La buena noticia es que el toque de modernidad que le han añadido está triunfando. Tienen el éxito asegurado.
Todo invita al disfrute
Es por ello que reconvirtieron este antiguo colmado de la calle de Olesa en un acogedor bar donde se puede comprar comida y embutido para llevar, más de 70 referencias de vinos, vermú a granel o incluso cervezas poco comunes.
Con estanterías de madera repletas de vinos, combinando mesas altas con taburetes de colores y con algunos toneles de vino antiguos, han conseguido dar al local ese tono acogedor de los bares de antes. Todo invita a comer algo mientras se charla animadamente con la clientela, básicamente vecinos de la zona. ¡Un éxito asegurado!
C. Olesa, 7
08027 Barcelona Barcelona
España