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Dentro del exitoso grupo LaLaLa (fundado por Miguel Torremocha y Miguel Nicolás) ha sido un ejemplo de éxito el formato de La Barra de La Bientirada, con ya varios locales bajo el mismo nombre en la capital. Siguiendo las pautas que los empresarios han querido establecer desde el principio, aquí la barra vuelve a ser la protagonista y, en este nuevo espacio ubicado en la calle Miguel Ángel, por duplicado. Hay una nada más entrar, enorme, que es el eje de todo el local y otra al fondo en una sala que bien se podría diferenciar con la primera para poder ser alquilada para eventos privados.
El local está completamente abierto al exterior por lo que tiene varias mesas altas desde las que se disfruta la calle, todo en tonos blancos y con una decoración distendida que invita a relajarse siempre en clave muy informal. La terraza, perfectamente acondicionada, es ideal para los que quieren estar completamente fuera y parece que se mantendrá durante todo el año. Otra peculiaridad que caracteriza esta nueva Barra de La Bientirada con respecto a otras es la oferta de un menú del día que va cambiando todas las semanas y busca contentar al público de la zona, llena de oficinas y despachos de trabajo.
Una carta perfecta para compartir
La oferta gastronómica es cercana a todos los públicos, con una carta ni corta ni larga que se divide en platos de aperitivo, algunos entrepanes y luego otras opciones más consistentes para dar enjundia a la propuesta. No pueden faltar las gildas que firma Casa Santoña y se sirven con buenas patatas fritas cerca, perfectas para empezar a salivar. Imprescindible, seña de la casa y del grupo, es la ensaladilla rusa que triunfa por su perfecta proporción de mahonesa con hortalizas siendo bien cremosa. Viene con unas piparras por encima y también unas lascas de ventresca de atún. Como opción de picoteo pero también para el desayuno o el almuerzo está rica la tortilla de patata, ni muy cuajada ni tampoco líquida pero a la que le sentaría bien un poco de reposo de la patata dentro del huevo antes de ser cuajada.
Mirando al sur, viniendo desde el norte con unas rabas bien fritas de calamar tierno y sin rastro de grasa, son crujientes y sabrosas las tortillitas de camarones y está muy buena la oreja a la plancha que en cambio hace honor a la seña de identidad madrileña. Está cortada de tamaño perfecto, melosa por algunas zonas y crujiente por otras, justamente adobada y llega con una salsa brava que no lo es tanto... ¡si es brava, que pique sin miedo!
De los formatos con pan, se puede escoger entre una hamburguesa, un pan de coca o dos tostas a partir de focaccia siendo las cuatro opciones muy pensadas para gustar a todos, con un punto dulce dentro de ellas. Bien resuelta la focaccia de solomillo (jugoso) con queso brie y cebolla caramelizada en la que el queso brie podría haber estado un punto más fundido, como aporte pequeño y sin importancia.
De postre, está claro que resulta imprescindible para todos los tertulianos su tarta de queso y es que está muy rica. Tiene buen sabor a queso, no es excesivamente dulce y la base está crujiente y contrasta a la perfección. Por supuesto, hablamos de esas tartas de queso al horno fundentes que tanto triunfan entre todos. El precio medio es agradable y el lugar perfecto para quedar con amigos y picar algo distendidamente, sin más pretensiones que la de estar bien; algo para lo que un servicio encantador y resolutivo ayuda mucho.
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