OchentaySiete
Frente a una escultura de Antonio López, que representa el cuerpo de una mujer de cintura para arriba, se localiza OchetaySiete, uno de los restaurantes más singulares de Coslada. “Quería ser la rara”, cuenta Cristina Aguilar, propietaria del establecimiento, cuando se la tira un poco de la lengua. El local es un hervidero de propuestas, no solo gastronómicas, sino también culturales.
Cristina venía de trabajar durante más de dos décadas en Lateral, “antes de que se hiciera con él un fondo de inversión y perdiera toda su magia”, dice. Esos años, cuando el legendario espacio representó un aire nuevo en lo que era el fenómeno de la restauración capitalina, influyeron muy fuerte en Cristina, que quiso llevar, con su toque personal, aquella filosofía a su ciudad: Coslada.
Av. de la Constitución, 87
Coslada Madrid
España
Espacio industrial y mucha luz
Abierto en noviembre de 2019, tres meses antes de la pandemia, Ochentaysiete (situado en el mismo número de la Avenida de la Constitución) se fue haciendo un hueco importante en lo que era el tapeo de los cosladeños.
La estética industrial y una amplia mesa central de siete metros de longitud, donde sentarse y compartir experiencias, han ayudado a que las buenas sensaciones se aceleraran. Hay exposiciones cada tres meses, encuentros literarios y se ofrecen catas de cervezas, maridajes sorprendentes y una propuesta gastronómica accesible, pero que juega con lo sorprendente y lo casero.
El bar del barrio
“Queremos ser el bar de confianza, el que cualquiera puede tener debajo de casa, pero siempre con todo dado una pequeña vuelta”, comenta Aguilar. Hay tapeo fino, como les gusta llamarlo, con una ensaladilla de langostinos, una olivada cítrica o croquetas de puchero, jamón y cabrales. También hay panes en formato brioche que les hace Juanito Baker, creando sinergias, y montando sobre ellos una sardina ahumada o guacamole y huevo.
Las tortillas son otro punto diferencial en su cocina. Tienen una vaga, en homenaje al gran Sacha Hormaechea, aquí con chistorra artesanal de Zubia, pimiento y cebolla; y otra que hacen al momento. Además de un pisto negro manchego, al que le va ideal la tinta del calamar y la sepia; un taco con guiso de rabo de toro y salsa chipotle; un yakisoba de pollo y gambas; o un secreto ibérico cocinado a baja temperatura durante ocho horas. “Y tenemos nuestra propia versión de la cheeseburger, la hacemos con cordero lechal, membrillo y queso semicurado”, reivindica orgullosa.
Temporalidad y cercanía
La temporada, los fueras de carta, los panes artesanos y la dulcería —con una tarta de queso azul y dulce de leche que es uno de sus platos estrella— son otros de sus puntos a destacar. “El público responde porque sabe que somos diferentes y hacemos todo con cariño”, comenta con orgullo.
Ochentaysiete se ha establecido como un punto de encuentro para aquellos que gusten de comer bien y quieran agitar sus mentes con una cocina sabrosa, sin grandes artificios, pero siempre buscando un puntito más siendo caseros, cercanos y dinámicos. A nosotros nos han ganado.