Felix Manso Ibarla

Lo bueno que tiene un restaurante lejos de las calles principales es que la gente que viene, lo hace con ganas. En búsqueda de algo especial. En las afueras de Irún, en el barrio Meaka, encontramos el restaurante Felix Manso Ibarla. Un sueño hecho realidad, es un restaurante muy auténtico, liderado por Felix Manso en cocina y Sonia García en sala.

¿Qué es lo que hace que la gente salga de la ruta concurrida? Es una combinación de producto de temporada muy bueno y un trato de cliente casi familiar. Sonia y Felix han dejado su huella en este restaurante que fundaron juntos en 2016. Sonia lo tenía muy claro—veía en Felix el deseo y el talento para llevar su propio restaurante adelante, y le motivó a seguir con el proyecto. Desde la apertura no han parado de ganar clientes fieles y, después de tan solo tres años, un sol en la Guía Repsol.

Los platos de Felix Manso son vanguardistas y a la vez tradicionales. Pero lo que más le define a la cocina de este restaurante irunés es su trato al producto. El cliente ya sabe que aquí va a tener lo que esté ahora en temporada, sea guisantes, setas silvestres o pescado.

Una de las cosas más bonitas de Felix Manso es el toque familiar que tiene. En cuanto a la comida, eso se expresa en una carta que puede parecer de solo dos páginas, pero en realidad es infinita. Casi todos los productos que aparecen en la carta luego pueden cocinarse y servirse de la manera que más te guste. Si hay setas ese día y se están haciendo en revuelto, no tienes más que comentárselo a Sonia y Felix te preparará unas setas salteadas con yema o un carpaccio de setas.

También es verdad que hay platos que no han podido quitar de la carta por demanda del cliente. Estos son los musts de Felix Manso: el salmón, para uno, que se hace en casa y viene en ensalada, con mahonesa de eneldo. Luego hay el foie, que también se hace en casa, la lubina, y el tartar de atún rojo con aguacate, huevas y helado de mostaza. Aunque intenten quitarlos de la carta, la gente se los pide.

Cuando conoces a Felix y Sonia, se ve a primeras que disfrutan de la vida. Ellos se conocieron en uno de los eventos que organizaba la empresa de eventos de Sonia. Era el comienzo de una relación tanto en pareja como profesional. Cuando vieron el restaurante por primera vez, era un merendero, y lo quisieron. Pusieron en marcha el proyecto de Felix Manso Ibarla, diseñado para ser un sitio para todos —algunos pintxitos al mediodía (normalmente versiones pequeñas de lo que hay de platos ese día), menú del día entre semana (16,50€) y una carta rica y asequible. 

“Queremos abarcar las dos cosas porque pienso que tiene un público”, dice Felix. “Esa gente que come tu menú después viene a comer carta”. A Felix le da inmensa gratificación cuando pasa esto. Lleva toda su vida cocinando, desde que agarraba las faldas de su madre en cocina hasta llevar su propio restaurante hoy en día. Ahora dice que es lo único que sabe hacer.

Su joie de vivre lo ha transmitido con su restaurante, por supuesto. Hay que estar al loro de las cenas temáticas —la pareja planifica varias cada año, donde la temática puede ser un ingrediente, el cinema, la sidra o cualquier cosa. Caben alrededor de 50 personas (70 en verano cuando se puede aprovechar la terraza) y son fiestas muy sociales, donde la cena empieza de pie, tomando y picando y acaba sentados con maridajes y música.

También es verdad que la carta diaria ya es razón suficiente para celebrar. “Estamos convencidos de que tenemos el mejor producto”, dice Felix. Y parece ser verdad —de txuleta cogen carne de granjas pequeñas, de vacas con menos de siete años, alimentados de maíz y grano. Tiene hasta cuatro variedades de txuleta de Okelan e invitan a comensales a venir a ver la cámara y elegir su propia txuleta.

Y todo así —pescado de Balfego, anchoas con Yurrita y otras conservas con Salanort, bacalao de Santimar— el listado de proveedores es top, y para Felix son amigos. Al final es un restaurante pequeñito, una familia. Las setas son una especialidad, y siempre que vayas las verás expuestas, incluidas la angula del monte, xixa hori, trompeta de la muerte y más.

Para cenas normales, solo abren fines de semana en verano, ya que tenían claro que ellos también querían calidad de vida. Cierran los martes y en invierno solo abren los sábados para cenas.