Xabier Urruzola y Garazi del Rey arrancaron su andadura entre viñedos, en el año 2009, en el caserío Garaikoetxea en los altos de Alkizu. El hecho de llegar a la calle más transitada de la parte vieja de Donostia surgió a raíz de esos viñedos, y es por los mismos que han puesto el nombre Txakolina a su bar de pintxos.
Plantaron uva hondarrabi zuri y empezaron a elaborar txakoli bajo la Denominación de Origen Protegida Getariako Txakolina. Produjeron su primera botella de txakoli en 2011, y le pusieron el nombre del padre de Xabi, Inazio Urruzola. Su experiencia en el primer sector fluyó de forma bastante orgánica a una oportunidad en la hostelería.
Txakolina abrió en julio del año pasado, cuando surgió una oportunidad post-pandémica para arrancar un proyecto en Donostia. Xabier y Garazi lo vieron como la oportunidad de llegar a la capital y exponer su txakoli, y lo lideran con Naroa Geresta, encargada. Por dentro, el bar inmediatamente da una sensación acogedora, gracias a las paredes de madera y piedra, que hacen guiño a los caseríos del interior de Gipuzkoa. Su barra es una barra tradicional de pintxos, con sus chorizos sobre pan, su ensaladilla rusa, sus anchoas con guindillas y lo demás. Hay un cuidado listado de pintxos calientes, las especialidades de la casa, en la pizarra.
El pintxo caliente más llamativo es la trufa de mar, una croqueta de mejillones y tinta de txipiron que parece nada más ni nada menos que una trufa negra. El atún rojo encebollado, una versión elegante del plato tradicional donde el atún se sella en vez de guisarse, sale muchísimo. Y para vegetarianos, hay un milhojas de verdura con varias capitas, una lasaña vegetal.
El enfoque está en los pintxos, que van rotando según la temporada. Ahora, en verano, hay piparrak, tomates, y otros pintxos de temporada. Sin embargo, también existe la posibilidad de sentarse y pedir raciones. Las raciones son sencillas, pero en el buen sentido. Platos de anchoas, jamón ibérico, hongos, y de queso Idiazabal son perfectos para maridar. También hay raciones más contundentes como un buen rape o txuleta.
Sus txakolis están en las baldas detrás de la barra—hay cuatro distintos txakolis para elegir. El primer txakoli que empezaron a elaborar, un 80% hondarrabi zuri; su rosado, que es mitad hondarrabi zuri y mitad hondarrabi beltza; Ernio, uno que va sin filtrar y sin sulfitos; y un txakoli espumoso, que empezaron de elaborar en 2019 y que lleva el nombre de la abuela de Garazi, Juanita.
Garazi y Xabi están contentos con su aventura, y desde fuera parece un sueño —cultivar un viñedo y mostrar su pasión por su vino. Y parecen imparables, con la apertura recién de otro local, Ttipia, en el puerto de Donosti. Su bisabuela, Ixabel Gorrotxategi, era del puerto, entonces la vuelta tiene un significado especial para ellos. Se llama Ttipia, la palabra vascofrancés para txikia, y es un txiringuito informal con hamburguesas (de carne y pescado), bocadillos y, por supuesto, el vino familiar.
Abuztuaren 31 Kalea, 22
San Sebastián Guipúzcoa
España