Cinco amigos, un viaje a la playa y un restaurante. Ese podría ser el resumen de Puzles. El espacio abierto en la milla de oro del tapeo y el buen beber que hace alarde de amistad, compañerismo y dedicación. “Aquí estamos, después de nueve meses. Mejorando día a día y ofreciendo una cocina lo más divertida posible”, apunta Alberto Panadero, uno de los socios de este singular local ubicado en el número 25 de la avenida Menéndez Pelayo.
“Nos costó mucho encontrar el sitio que buscábamos. Al final tienes que recorrerte todo Madrid y estar muy atento a las diferentes ofertas. Sin embargo, al ser cinco, fuimos tanteando barrios muy diferentes hasta que dimos con esta maravilla”, continúa explicando Panadero, mientras echa un vistazo fuera. Delante tiene el parque del Retiro, en una de las mejores ubicaciones de la zona de Ibiza. “El venir aquí nos ha permitido subir un poco la oferta gastronómica. Se come bien y eso es un reto siempre”.
La competencia sin cuartel en el barrio, el enclave culinario donde todo el mundo quiere estar, también les ha ayudado a posicionarse como un restaurante algo “más canalla” e inquieto que la mayoría de propuestas que hay a su alrededor. “Desde el principio quisimos darle un punto diferenciador a la comida y a la bebida”, cuenta este profesor de día y pequeño empresario de tarde.
A. Menéndez Pelayo, 25
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Gastronomía inquieta
Lo primero que hicieron fue darle una vuelta a todo el local. “Uno de los socios es arquitecto. Así que nos ha ayudado con la reforma”, recuerda de una experiencia que ha hecho que hagan más suyo las diversas estancias que tienen: un recibidor, con dos pequeñas salitas a cada lado, la parte de la barra y, subiendo unas escaleras, lo que es el comedor. El local, le gusta decir, está en continuo movimiento. “Queremos transformar la parte trasera del lounge con más neones. Hacerla más oscura, en definitiva”. La terraza da de sí, pero saben que el contenido que les va a permitir crecer, probablemente, lo consigan con esa sala.
De momento, las mesas que dan a la calle están llenas. También la terraza. Varios grupos de chicas disfrutan de unas cañas y de su reconocido vermut. “Es un vermut rojo al que le ponemos una espuma de cítricos. Lo que siempre pide la gente es cerveza, pero luego tenemos este tipo de opciones que dan una nota variada”, explica. La carta también abunda en el universo del cóctel. “Nos gusta darle una vuelta a los clásicos y arriesgar con los tragos largos”.
En cuanto a lo gastronómico, para empezar, destaca un ajo blanco con tartar de tomate, una burrata con pesto y el cuscús vegetal con vinagreta de mango. “En la cocina no se para. Tenemos muchas elaboraciones caseras”, cuenta. De picoteo y para compartir ofrecen steak tartar de solomillo sobre pan de cristal, sashimi de pez mantequilla o una degustación de croquetas. “Las tenemos de tres tipos y vienen acompañadas con salsas. Chipirones y alioli al wasabi, carrillera con salsa de mango y cecina con boletus”, dice.
También disfrutan jugando y dándole un giro a recetas más tradicionales. Es el caso del baokata de calamares, la hamburguesa de pulled pork con kimchi, el cazón de pollo, o los torreznos con salsa huancaína. “No paramos. El baokata estamos por patentarlo”, comenta con media sonrisa.
El local se llena los fines de semana. “Quien encuentra sitio no se mueve de aquí”, recuerda. A ello también ayudan propuestas como el juego de las grageas, un divertimento que tiene entretenido al personal. “Es un émulo de los caramelos de Harry Potter. A cada mesa le damos un elemento diferente y hacemos un sorteo”, indica. Las grageas pueden ser de muchos tipos, entre ellas con sabor a pañal o a comida de perro. “Nadie lo hace y esto también nos permite generar contenido en redes”.
Panadero se despide insistiendo en ese punto diferente y cercano que intentan imprimirle a todo. “Esta semana yo creo que empezaremos a pintar una de las paredes. También queremos poner un expositor de metacrilato donde se vea mucho mejor la oferta coctelera”, concluye. “Somos jóvenes y eso es algo que solo nosotros sabemos transmitir”.