Cuando una persona nace con vocación y con el tiempo consigue dedicarse a ella, comienza a vivir la ilusión de un sueño hecho realidad. No importa el tiempo que pase antes de llegar a materializar ese deseo escondido en el cofre personal de los tesoros, porque la ilusión y las ganas son tantas, que la espera merece la pena con creces. Pablo Rutllant es uno de esos soñadores vocacionales que andan por el mundo de la hostelería. Él y su madre, Lola Caña, le han dado vida y forma a Mi Niña Lola, un restaurante que está llamado a ser uno de los referentes de la alta cocina creativa en Málaga capital. Trabajo, mimo, buen producto, técnica, buena sala, un interiorismo cuidado y unas vistas inmejorables del parque y el puerto desde su ubicación en La Coracha. Todos estos son los ingredientes que Mi Niña Lola pone a disposición de los amantes de la buena mesa junto con un elenco de tapas gastronómicas de primera categoría.
Pablo estudió en La Cónsula y finalizó su aprendizaje pasando por Calima con Dani García y por Martín Berasategui. Una vez en Málaga, pisó las cocinas de restaurantes tan referentes como Aire, Alea, Sollo y Arara, donde fue durante muchos años mano derecha de Diego Gallegos. Todo ese periplo, su alma de cocinero y una pandemia mundial de por medio le llevaron a tomar decisiones y, ni corto ni perezoso, cogió la oportunidad que se presentó para abrir su propio restaurante, Mi Nila Lola.
Pretendiendo siempre hacer lo que les gusta y mejor saben, han implementado una carta de snacks y tapas gastronómicas donde las técnicas de cocina, el trabajo de fondo y la producción artesanal que hacen en cocina a diario son más que evidentes. Y lo hacen de una forma muy divertida, pues casi todo se puede comer usando las manos mejor que los cubiertos. Ellos lo llaman alta cocina joven.
La carta está compuesta por una veintena de platos que cambian por temporada. Todos tienen una vuelta, el toque de Mi Niña Lola, con el objetivo de sorprender al comensal, tanto en el sabor y las texturas como en la presentación del plato.
Para abrir boca, tienes varios imprescindibles como el boquerón cristal o la empanadilla de moraga de sardinas, ambos con el formato finger food que tanto gusta en esta casa. También puedes decantarte por el steak tartar elaborado al estilo clásico, condimentado con una crema de huevo curado en sal y huevo deshidratado al que acompañan con una teja hecha de pan de higo.
Uno de sus platos más demandados es el Donut Rabotoro, una masa de donut con cobertura de chocolate blanco y parmesano relleno de rabo de toro cocinado al estilo cordobés. Esta es una de las tapas más visuales en cuanto a presentación, ya que la acompañan con una tacita del propio jugo del guiso reducido al que incorporan un toque de Amaretto. La combinación es muy original y se ha convertido en uno de esos platos que los clientes repiten tantas veces como van al restaurante, al igual que la pizzeta, que está elaborada con pasta filo, queso y grasa acompañada de sobrasada, higos y queso payoyo.
En las tapas más centradas en las carnes ofrecen propuestas como el tataki de picaña madurada durante 40 días. Lo presentan con una teja hecha con trompeta de la muerte, jugo de carne y nabo confitado a la brasa. También una tartaleta de pichón muy bien trabajada: la carne desmigada y mezclada con manzana confitada con canela y mantequilla y un toque suave de salsa de chocolate. ¿Un termine que no debes perderte? Las mollejas a la moruna, con crudités de verdura, salsa de yogur y hierbabuena.
Al igual que cualquiera de las propuestas de la carta, los postres de Mi Niña Lola están muy bien trabajados. Para los amantes del chocolate hay un imperdible: el Brown Vainilla, un chocolate en dos texturas, arena de anís, crema de avellanas (su propia versión de Nocilla) y helado de vainilla. Si eres de postres más suaves, también tienes otras opciones como el Cococítric, con coco, kéfir, limón, pistacho, hierbabuena y chocolate blanco.
Y así, con estos platos, estos sabores y estas texturas pasa el tiempo en Mi Niña Lola desde las alturas de La Coracha, una casa que tiene mucho que decir a quien le gusta comer bien y divertirse comiendo y degustando. Nada como abrir el paladar a nuevos sabores y texturas para tener una experiencia redonda.
C. Campos Elíseos, 19
Málaga Málaga
España