"Tengo un hambre voraz". Esta frase, que en más de una ocasión hemos pronunciado, ha servido de inspiración a Borja Mendoza para bautizar a su restaurante, Boraz. Lo ha hecho de forma original, cambiando la V por la B, inicial de su nombre. Esa originalidad la plasma también en su coqueto local, que fusiona el estilo vintage con lo industrial. Incluso cuenta con un tirador de cerveza con tres grifos, un elemento que da un toque especial y auténtico al local y mezcla lo elegante con lo callejero. La cocina va en consonancia a la decoración y la originalidad. En sus fogones se cuecen platos con un toque muy personal y creativo, elaborados con productos de temporada. La fusión, la innovación y el placer (en este orden) se dan cita en cada una de las elaboraciones del chef. Tres palabras clave que definen el saber hacer de Mendoza y su equipo y que se pueden leer en una de las paredes de Boraz, inaugurado a finales de noviembre del año pasado.
La actual situación de pandemia y la imposibilidad de disfrutar in situ de las delicias del local les ha llevado a crear una carta con más de una veintena de propuestas para llevar. "Es una carta basada en el street food gastronómico, con mucha técnica detrás de cada plato. Se llama Boraz canalla e invitamos a comer con las manos para disfrutarlo bien", cuenta el chef y propietario del restaurante, ocupado hasta su inauguración por una cafetería que ofrecía desayunos y brunch y, anteriormente, por un restaurante muy conocido llamado Can Pep, que, durante más de dos décadas, sirvió recetas catalanas de temporada.
Tacos de maíz azul y salsas clandestinas
Este estilo canalla con sabor le ha llevado a crear platos tan singulares como la costilla a baja temperatura con mole poblano, tacos de maíz azul y salsa clandestina. ¿Tacos de maíz azul? Sí. Además de original, la tortilla de maíz azul "aporta un sabor más profundo en boca" y es la base de una propuesta que reclama la participación activa del comensal. "Es muy goloso y siempre recomendamos comerlo con las manos. Y... ¡qué mejor sitio que en casa! La idea es hacerte tu propio taco, desmenuzando la carne de la costilla e incorporándola a la tortita de maíz, para acabar chupándote los dedos", detalla Mendoza, quien reconoce el éxito de este plato que apuesta por la filosofía DIY (do it yourself), a tu gusto.
Las originales bravas de Boraz también reclaman cierto esmero antes de ser devoradas. Elaboradas con una variedad de patatas Monalisa confitadas a la brasa y fritas en aceite con ajo, romero y laurel, las bravas están ligeramente crujientes por fuera, pero por dentro tienen la textura de un puré. Incorporan una salsa brava, a base de distintos chiles, que el comensal ha de poner en las patatas. "Cuando el cliente las recibe, ha de calentarlas en el microondas 30 segundos y, con una cucharita pequeña, rellenar los agujeritos de las bravas con la salsa", especifica el chef.
En la misma línea de abrir boca y compartir tapas ofrecen distintas variedades de croquetas del chef, todas rebozadas en panko, unas escamas de pan con las que se logra un resultado más crujiente. Entre las más solicitadas están las croquetas thai, elaboradas con codillo de ternera desmechada con unas notas de coco y galanga. Los fingers de pollo macerados en chiles ahumados con salsa sweet chili de tamarindo son otra de las suculentas sugerencias de su carta canalla. Un plato que puede resultar sencillo, pero exige de un largo proceso de elaboración. "Para que quede más blando y jugoso, maceramos el pollo durante 24 horas en esas salsas asiáticas y luego toca dipear y disfrutarlo", explica Mendoza.
En las propuestas anteriores ya se percibe la influencia asiática, esencial en la cocina de Boraz y de la que Mendoza se empapó en sus viajes por países como Tailandia y Japón. Platos como los fideos Udon a la carbonara de plátano y trufa con panceta confitada en ajo negro y romero y las distintas opciones de uramaki dan buena fe de ello. Los hay de lo más variado. Uno de los más originales y aclamados son los uramaki de gamba tempurizada en panko y macerada en sweet chili con mayonesa de alga nori.
Postres, el broche de oro
Los postres completan la apetecible propuesta de Boraz. Tienen tres para llevar: la tarta de queso Idiazábal con galleta de mantequilla y canela, las fresas al wok con chantillí de vainilla y una propuesta irresistible para los amantes del chocolate. Se trata del bizcocho de almendra con tres chocolates (con leche, 65% de amargor y otro con 100% de amargor), acompañado de una avellana garrapiñada de canela y cacao y una pomada de frutos rojos. Una explosión de sabor y texturas y el broche de oro para un menú de lo más completo.
Además de esta variada y elaborada carta, Boraz ofrece un menú semanal de lunes a viernes (que incluye 5 o 6 platos, según la temporada) por 16,90 euros y otro de fin de semana por 18.90, que siempre incorpora un arroz entre sus platos. Los pedidos pueden hacerse de lunes a domingo, con un mínimo de 4 horas de antelación, y pueden recogerse en el local o bien entregarse a domicilio. En este último caso, si son para el centro de Barcelona, los llevan ellos mismos. "En la medida de lo posible intentamos llevar el pedido, porque es mucho más personal. Cuando lo entregamos, indicamos al cliente unas pequeñas pautas que marcamos en el tupper", destaca Mendoza. Si el pedido es fuera de la ciudad, lo gestionan a través de Glovo. Comodidad y detalles personalizados que marcan la diferencia y convierten a Boraz en una opción ideal para disfrutar de una gastronomía elaborada, creativa y deliciosa.
Fotos: Marta Becerra.