
En el corazón de Castellón, y más concretamente en el pequeño pueblo de La Vall d’Alba, encontramos todo un referente gastronómico que brilla con luz propia desde hace décadas: Cal Paradís. Este establecimiento, dirigido por el chef Miguel Barrera y su mujer y maître, Ángela Ribes, ha sabido conquistar los paladares más exigentes. Desde 2013, ostenta con orgullo una estrella Michelin, un reconocimiento que hunde sus raíces en la tradición familiar del antiguo bar El Paraíso. Con su cocina de autor, basada en el producto local y su excelencia culinaria, se ha consolidado como uno de los restaurantes más recomendados de Castellón.
Miguel Barrera no es solo un chef, es un creador de recuerdos en forma de plato. Criado entre fogones, cumplió con los deseos de sus padres al estudiar Magisterio, pero su instinto y pasión por la cocina le hicieron redirigir su camino. En 2004 tomó las riendas del negocio familiar y lo transformó en un santuario gastronómico donde la tierra y el mar dictan el menú. Hoy en día, su cocina creativa se ha convertido en un sello distintivo que atrae a comensales en busca de experiencias únicas.
Av. Vilafranca, 30
12194 La Vall d'Alba Castellón
España
Cocina de proximidad y sostenibilidad
El compromiso con el producto local es el alma de su propuesta. Barrera trabaja con verduras de la zona, pescados frescos de las lonjas cercanas y carnes autóctonas como el cordero y el conejo de ojo negro de Benassal. La trufa negra y los boletus edulis, procedentes de los bosques contiguos al Penyagolosa y las sierras del Maestrazgo, también tienen un papel fundamental en su carta.
Su respeto por el entorno le ha valido, además de la estrella Michelin, la prestigiosa Estrella Verde Michelin, un reconocimiento que sólo ostentan unos pocos establecimientos en España por su compromiso con la sostenibilidad. Su huerto ecológico abastece el 80% de la despensa del restaurante, y medidas como el reciclaje del aceite o el uso de placas solares reflejan su afán por reducir la huella de carbono.

Tres menús que celebran la estación
Su propuesta de alta cocina en Castellón gira en torno a tres menús cambiantes que se adaptan al ritmo de la naturaleza: Plana de l’Arc, inspirado en los sabores más tradicionales de la región y que ahora incluye una opción vegetariana; Gastromercat, que combina autenticidad y modernidad en cada plato; y el Menú Miguel Barrera, un viaje culinario único donde cada plato es una obra de arte.
Entre sus creaciones destacan joyas culinarias que despiertan los sentidos. El consomé de algas y verduras, con su sabor profundo y delicado, es un abrazo al paladar. Le acompaña una tartaleta de raíces con trufa, donde la tierra se convierte en un bocado sofisticado y aromático. Como entrante caliente, los guisantes lágrima con jugo de pollo a l'ast rinden homenaje a la sencillez exquisita. En un mismo plato, cuatro maneras de degustar los guisantes crean una sinfonía de texturas y matices. La tradición y la creatividad se dan la mano en la demi-glace de garbanzos tostados guisados al modo tradicional, donde el sabor profundo del guiso se fusiona con la modernidad del plato. Increíble también el canelón de nabo daikon relleno de setas, envuelto en una ligereza que sorprende al primer bocado. Por su parte, las alcachofas en texturas a la brasa con nata y trufa son una declaración de intenciones: respeto por el producto, maestría en la técnica y un guiño a los sabores más puros. No es de extrañar que, con esta gastronomía innovadora, Cal Paradís se haya consolidado como uno de los mejores restaurantes con estrella Michelin en Castellón y en la Comunidad Valenciana.

Comer para sentir
Para acompañar esta experiencia gastronómica, su bodega cuenta con cerca de 100 referencias, donde los vinos locales comparten protagonismo con etiquetas nacionales e internacionales, seleccionadas con mimo para ensalzar cada plato.
Miguel Barrera es un cocinero de recuerdos, un chef que mira al pasado para construir el futuro. Su cocina es un reflejo de su tierra y su gente, una oda al producto local y a los pequeños productores que hacen posible que cada bocado sea una historia por contar. En su restaurante no solo se saborea, también se siente.


