Situado bajo la emblemática iglesia de Sitges y frente al mar, Cal Pinxo es un referente gastronómico en la localidad barcelonesa. Muchos años de trabajo, productos de primera calidad, una cocina elaborada a fuego lento y una ubicación privilegiada convierten a este local marítimo en todo un reclamo para los amantes del mar y la buena gastronomía.
Desde que abrió su puertas en 1991, Cal Pinxo se ha mantenido fiel a su esencia. "Ofrecemos una cocina muy tradicional a base de producto marinero, en la que destacan los arroces, el pescado y el marisco", explica José María Ribera, chef y propietario de Cal Pinxo Sitges. "Nos gusta alcanzar el máximo sabor, por eso hacemos cocina llevada al extremo, para sacar todo el provecho a nuestros productos", continúa Ribera, la cuarta generación de una familia muy vinculada a la restauración. Su bisabuelo, Josep Costa, montó uno de los primeros chiringuitos de la ciudad condal, en el barrio de La Barceloneta, hace más de un siglo, y es el responsable del nombre del restaurante. "A mi bisabuelo Josep lo apodaban el pinxo, porque era presumido y elegante. De ahí sale el nombre del local y de los otros dos Cal Pinxo que hay en Barcelona, regentados por dos de mis tres hermanas", detalla Ribera. Su otra hermana es propietaria de Merendero de la Mari.
La pasión por la cocina y la gastronomía ha llevado a José María a cuidar al detalle cada uno de sus platos, elaborados con los mejores ingredientes del mar. Ostras de Guillardeau, mejillones de bouchot -procedentes de Normandía- pescado gallego y catalán forman parte de muchas de sus recetas. Los arroces son una de las grandes especialidades de Cal Pinxo. Al arroz a la marinera, al mar y montaña y al de bogavante, entre otros, se suma una nueva incorporación, el arroz de calamar y alcachofas con gambas y mejillones de bouchot. "Es un plato nuevo que hemos incorporado recientemente a la carta y tiene mucho éxito. Es un arroz meloso, hecho con un fumet de pescado con calamarcitos tiernos", continúa el chef. La fideuá es otro de los platos más demandados por los comensales, que también se decantan por el all cremat, un clásico catalán marinero que elaboran a base de rodaballo, patatas y almejas y cuecen al fuego o al horno. Una delicia que sorprende a primer golpe de vista y maravilla desde el primer bocado.
Ambientación marinera y postres caseros
Antes de disfrutar de arroces, fideuás y pescados, Cal Pinxo propone unos entrantes para picar e ir abriendo boca. Entre ellos se encuentra la mezcla de cáscaras, un plato muy variado y visual que incluye mejillones, almejas, navajas, berberechos y cañaíllas, elaborado con una salsa a base de cebolla, ajo, perejil, guindilla y vino. Un entrante ideal para compartir y disfrutar de estas sabrosas cáscaras marinas, que encajan a la perfección en el enorme local, con capacidad para unas 200 personas. Las esculturas y los cuadros que decoran el coqueto restaurante, muchos de ellos de artistas locales, le confieren una auténtica ambientación marinera al local, que dispone de una privilegiada y amplia terraza frente al mar.
Los postres completan la oferta culinaria de Cal Pinxo. La torrija con salsa suzette es uno de los más aclamados y la sirven todo el año. "Es una torrija clásica a base de pan de molde, infusionado con leche, limón y un poquito de vainilla. Espolvoreamos con canela y azúcar y la presentamos cortada en trocitos y bañada en salsa suzette, a base de naranja, limón y algún licor, como Grand Marnier o Cointreau", detalla Ribera. Los pastelitos de mango y chocolate, la crema catalana, el pastel de queso, las trufas caseras de chocolate y los paquetitos sorpresa, cuyo sabor es similar al de un chucho de crema crujiente, son otras delicias de local, que ofrece servicio take away, aunque "es una comida muy delicada y es preferible disfrutarla en el restaurante", cuenta Ribera. También tienen un menú diario, de lunes a jueves, que incluye una gran variedad de entrantes a elegir, arroz, fideuá, pescado o carne como plato principal, además de postres o café, por 30 euros. Una amplia propuesta gastronómica servida casi a la orilla de la playa, en un ambiente marítimo único que invita a relajarse y disfrutar con los cinco sentidos.
FOTOS: Marta Becerra