El Cercle, uno de los locales de noche más populares de Girona, bajaba persianas en verano de 2015 después de 18 años en activo. Imbuido por la nostalgia de tantas noches tras la barra, Toti Pigem ha bautizado con el mismo nombre el nuevo local que acaba de abrir este mes de enero en la calle Nou del Teatre, muy cerca del Ayuntamiento. Un espacio, sin embargo, que es muy diferente de aquel local de la calle Ciutadans en que tenía un protagonismo destacado la música en vivo y las exposiciones de arte y en el que tanto podías tomarte una copa como un café con leche.
El nuevo Cercle, que abre del mediodía a media noche, es básicamente un bar de tapas y una vermutería, aunque su impulsor no descarta a la larga hacer conciertos de pequeño formato. Una potente carta de más de una veintena de vermuts demuestran el interés de Pigem para recuperar esta bebida amarga y que en el Cercle acompañan de encurtidos, banderillas, aceitunas (destacan las del Xillu, rellenas manualmente con un filete de anchoa ), berberechos, boquerones que filetean manualmente y marinan con salmuera y vinagre o de mejillones macerados con escabeche de vermut. El cliente puede escoger entre dos tapas y un vermut para dos personas por 8 euros o cuatro tapas y dos vermuts, por 12. Curiosa es la manera que tienen de servir los berberechos, que hacen con el vapor de una cafetera y que llevan a la mesa acompañadas de una jarra metálica para tirar las cáscaras.
La decoración del local, con botellas de sifones en las mesas e incluso una máquina antigua de cargar esta bebida gaseosa ya nos da la idea de que nos encontramos, ante todo, en un bar que apuesta por el vermut, el aperitivo que desde hace unos años se ha vuelto a poner de moda. La empresa de interiorismo y decoración Tocat pel Vent ha ayudado a Pigem, gran amante de las antigüedades, a ambientar el espacio que tiene un cierto aire retro.
Si el vermut es una de las patas del Cercle; la otra son las tapas. Pigem explica que quieren hacer una cocina "muy casera y sin pretensiones", pero con productos de primerísima calidad. En la carta aparecen aquellas tapas de antes que han desaparecido de muchas barras como la ensaladilla rusa casera, los populares tigres (mejillones rebozados), o las bombas (patatas rellenas de carne), los huevos a la mimosa (huevos rellenos de atún), los chicharrones (piel de cerdo frita) o las patatas bravas.
No faltan tampoco los platos calientes de toda la vida como las albóndigas con sepia, los pimientos al piquillo rellenos de brandada de bacalao o las salchichas con tomate. Otras propuestas culinarias pasan por el tamiz de la innovación del chef, Miquel Boada. Es el caso de las alitas de pollo cocidas a fuego lento en el horno y un toque final de freidora, que acompañan de una salsa de cebolla, ketchup y reducción de refresco de cola o el steak tartar con ternera de Girona que incluye hasta diez ingredientes, servido y preparado al momento.
"Queremos que El Cercle sea un punto de encuentro para comer algo, tomar un vermut, un vino o una cerveza", resume el propietario del local. La carta de vinos, que se sirven también en copas, la integran más de 30 referencias de todo tipo de procedencias: Empordà, Terra Alta, Priorat, Verdejo, Rioja, Albariño, Ribera del Duero ... Destaca una pequeña selección de vinos orgánicos y una carta de hasta diez ratafías (licor tradicional catalán) dierentes. Para todos los gustos y paladares.
Calle Nou del Teatre, 1
17004 Girona Girona
España