Mishima abrió sus puertas el año 2013 en plena zona nobilísima de la ciudad -los viejunos recordamos cómo en ese lugar se alzaba el estadio de Sarrià, el antiguo campo del RCD Espanyol-. Desde su primer alzado de persiana dedica esfuerzos y fogones a la coquinaria japonesa: tras una barra que se extiende casi a través de todo el local los cocineros cortan, preparan y cuecen platos japoneses con alguna pincelada ocasional extraída del recetario occidental (muy ocasional, pero también muy ricamente, como en el caso de la vaca vieja en tataki salseada con demi-glace de carne y acompañada con parmentier de yuca).
Comedor sobriamente dominado por la madera oscura, iluminación cálida con lámparas que recuerdan a las redes de pesca y opción de barra con taburetes bajos -aunque no se tiene a la vista a los cocineros, así que nos parece mejor optar por la mesa tradicional-. Cuenta también con una enorme terraza que aprovecha las generosas dimensiones de una acera descomunal. El tránsito queda muy lejano y se respira tranquilidad.
En los platos de Tais Sato, la jefa de cocina, encontramos una cocina de pescado, siempre con productos de calidad. Nosotros destacamos su atún, espectacular. Iniciamos el ágape con unos cortes de distintos pelágicos en formato sashimi de altísima calidad. Al poder degustar distintos cortes del atún, podemos viajar por la biología del animal notando cómo cambia la textura y contenido de grasa cuando masticamos el lomo o la ventresca. Esta última, con una infiltración de grasa amarmolada y fundente.
Tienen una gran variedad de sushi en sus distintos formatos. Uno de los grandes hits de la casa es el uramaki de toro: ventresca de atún rojo soasada, mayonesa de cangrejo, foie caramelizado al momento y langostinos rebozados (ebi furay). Termina el aliño con salsa teriyaki para este bocado delicioso y espectacular. Llega ligeramente tibio por el paso instantáneo del soplete y el conjunto de sabores es brutal en complejidad e intensidad.
El plato de atún con erizos va cortado en un grosor a medio camino del carpaccio (2 milímetros) y el tataki (6 milímetros). Son tres o cuatro milímetros de textura mantecosa y suave, que se complementan fantásticamente con el ácido del erizo fresco aliñado con yúzu (cítrico), jengibre (aromático) y wasabi (picante).
En el tartar de aguacate y langostinos encontramos un interesante matiz de cocina thai, puesto que la salsa incorpora leche de coco y lichis. El guacamole es neutro, para añadir untuosidad al conjunto.
Doble opción de vieira, la primera en combinación con miso y foie. La combinación de texturas vuelve a ser protagonista en este plato. Por un lado el lecho de patatas en puré rústico, y por el otro, la fina carne del molusco aderezado con salsa miso, crema de leche, setas shimeji y cebolla japonesa. Un plato muy redondo en boca para comer a cucharadas.
La segunda vieira la encontramos cocinada en su propia concha (otate shell) y el plato volcánico se termina en la misma mesa del comensal, que escoge el punto de cocción deseado para que la suave vieira se impregne con los aromas de la mantequilla, las setas shimeji y la cebolla japonesa.
Terminamos con el tataki de vaca vieja, gran plato de sabor cárnico profundo donde los cortes finos se acompañan del sabor tostado y caramelizado de la salsa demi-glace, el umami del salteado de setas y el matiz cremoso de la yuca convertida en suave parmentier!
Actualización:
Durante estas semanas podéis seguir disfrutando de la comida de Mishima con su servicio take away y delivery mediante Stuart. Horarios: de jueves a domingo, de 19.30 a 22.30h. Los sábados y domingos también ofrecen comidas, de 13 a 15.30h.
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