Los izakayas son tabernas japonesas donde se sirven platos para compartir. Esta es la filosofía de El japonés escondido, un local ubicado a pocos metros del Port Vell de Barcelona, que abrió sus puertas a principios del pasado mes de junio. De estilo industrial y con toques vintage, este izakaya es el último establecimiento de Grupo Tragaluz, que cuenta con más de una treintena repartidos por todo el territorio nacional. "El local simula un almacén, algo puesto a última hora, donde parece que reine el desorden, aunque todo está muy estudiado y tiene su lugar", explica Frederic Varo, director del local y gran conocedor de la cultura y gastronomía japonesas.
Mesas de madera grandes combinadas con pequeñas, sofás amplios, una estancia íntima y acogedora donde se puede cenar y un techo y cocina a la vista dan la bienvenida al amplio local, ocupado anteriormente por otro restaurante del grupo. La taberna, que abre de miércoles a domingo a partir de las 6 de la tarde, sirve originales platos para compartir, que fusionan la gastronomía nipona con la occidental.
Robata y sushi bar a la vista
Los comensales pueden ver en todo momento cómo se elaboran las deliciosas tapas que van a degustar, ya que la parrilla de carbón (robata) y el sushi bar están a la vista. "Es una taberna japonesa al uso, sin demasiadas complicaciones, pero con una cocina tradicional nipona muy depurada", cuenta Varo, quien destaca el "punto canalla e informal" del local. Los camareros te tratan de tú, hay alboroto y se respira un ambiente muy distendido y cómodo.
Un entorno ideal para disfrutar de una carta con más de una veintena de platos que no dejan indiferentes a nadie. Uno de ellos es el huevo escondido, que refleja el efecto sorpresa que quieren transmitir todas las tapas del local. En este caso, el plato se presenta como una aparente ensalada verde y el comensal ha de encontrar el huevo y mezclarlo con los espárragos a la brasa y las chips de kale. Un entrante original, saludable y divertido para abrir boca.
Otro plato que sorprende muy positivamente son los mejillones de roca al wok, ya que no esperas encontrarlos en una taberna japonesa. Los preparan con shichimi togarashi, una salsa un poco picante, y también llevan un poco de cilantro. Los edamame (la vaina de la judía de soja) tampoco faltan entre sus tapas. Los hacen a la brasa, con sal gruesa y un poco de soja, y les dan un toque picante con shichimi togarashi. Un snack muy gustoso y saludable, como también lo es el usuzukuri de pescado, con gallineta marinada con lima, ikura (huevas de salmón), cebolla asiática, rabanitos y cebollas encurtidas. "Sería como la versión de un ceviche japonés, aunque sin serlo. Es un entrante rápido, muy visual y refrescante", precisa Varo.
En clave carnívora, sirven tsukune de pollo, una albóndiga grande, especiada y muy marcada a la brasa, que viene condimentada con una yema de huevo marinada en soja. "Lleva dos palillos, con la idea de compartir y mezclar cada parte en la yema de huevo para darle suntuosidad", detalla el director del local. Esta propuesta es de las más aclamadas, como también lo es la costilla ibérica laqueada con sukiyaki, una tradicional salsa japonesa. Cocinan la costilla a baja temperatura, de manera que la carne queda muy melosa, y viene acompañada con media lima braseada, una pizca de pimienta y un poco de alga nori por encima. Un plato muy visual que entra por la vista y sorprende desde el primer bocado. Katsu sando, el clásico sándwich japonés, también está entre sus tapas. Lo preparan con pollo, col fermentada y especias.
Los nigiris y los fideos udon tampoco faltan en la carta de este izakaya. Ofrecen una propuesta de nigiri moriawase (seis variedades distintas), con calamar, anguila, atún y jurel, entre otros ingredientes. Los fideos udon, por su parte, vienen acompañados con setas shiitake y bonito seco.
Seis tipos de sake y un helado casero
Estas propuestas maridan a la perfección con el tradicional sake japonés, una bebida fermentada a partir de arroz, que se toma con las comidas. "Al contrario de lo que se cree, el sake no es un digestivo", matiza el director de la taberna, que conoce bien esta bebida y ha hecho cursos de sumiller de sake. En la taberna ofrecen seis tipos distintos (uno de ellos, incluso con gas y burbujas), con un máximo de 17 grados. Sirven los sakes calientes para que tengan más aroma, cuerpo y matiz.
Los dos postres de la carta, uno frío y otro caliente, completan la singular propuesta del local. El primero es un kakigori, un helado típico japonés que preparan con una máquina que tienen en el local. Se trata de un granizado laminado con un sirope por encima. En este caso, lo sirven con melocotón en hielo, melocotón en almíbar, un helado de jazmín y un poquito de shichimi togarashi. Una propuesta refrescante con un toque picante y sorprendente a la vez. El postre caliente es un delicioso coulant de chocolate blanco y té matcha verde, con sésamo garrapiñado y una bola de helado de nata. El broche de oro a una propuesta original y exquisita.
Fotos: Marta Becerra