Remodelado completamente hace dos años, el Club Nàutic Palamós se ha especializado en arroces, fideuá, pescado (al horno o a la brasa) y el producto insignia de este pueblo del centro de la Costa Brava, la gamba roja. En definitiva, el mar servido en la mesa.
Cuando hace dos años Miquel Ristol, cuarta generación de una empresa de restauración de Terrassa y responsable de otra firma de asesoramiento gastronómico, tomó las riendas del restaurante del Club Nàutic, un referente en Palamós, tenía el reto de "rediseñar" un local con un nombre y una historia de más de cuatro décadas.
El resultado de esta reformulación ha sido un espacio que ha ganado en luminosidad gracias al blanco, que ahora es el protagonista del local. "Lo hemos encalado como si fuera una terraza típica del Mediterráneo", explica Ristol, socio y director del restaurante, que ha cambiado el mobiliario, parte de la cocina y también lo ha insonorizado. Le acompañan en esta aventura Héctor Fàbregas, Daniel Vinyals, responsable del local; el chef Albert Ibáñez y un equipo que en temporada alta supera las quince personas.
De la vajilla a la decoración del restaurante, en las paredes o en el techo, mire donde mire, el cliente encontrará el mar: desde pinturas con algunos de los peces más representativos de la costa de Palamós como el cabracho, la sepia, el lorito, la dorada o la gamba roja; a las lámparas elaboradas con elementos de cestería como antiguamente se hacían las nasas de pesca o los motivos azulados de la vajilla. Si el continente te aproxima al mar, que el comensal ve desde mesa, el contenido es un auténtico reflejo del mar. Con este emplazamiento privilegiado, no podía ser de otra manera.
En el restaurante del Club Nàutic de Palamós hacen cocina marinera elaborada, en la que sobresalen los arroces. Uno de los más emblemáticos es el del Señorito de pescado y marisco, llamado así porque el cocinero ha sacado todas las peladuras y espinas del pescado y el comensal no tiene más trabajo que la de comer con el tenedor sin ensuciarse los dedos. Es un arroz seco, cocido entre cinco y ocho minutos al fuego y diez minutos más en el horno a 250 grados.
El resultado de este golpe de horno y que en la sartén haya una finísima capa de arroz es una mayor intensidad de sabor y un grano en dos texturas: uno más crujiente y otro más cocido, según explica el cocinero Albert Ibáñez, natural de Castellón, y que en esto de hacer arroces entiende lo suyo.
Al margen de éste, en la carta también encontramos otras opciones, la mayoría secos, como la paella Club Nàutic; el arroz de sepia, butifarra y alcachofas del Prat de Llobregat, que también tiene mucha demanda o la fideuá con alioli. También tiene salida el arroz caldoso de bogavante.
Un marisco que es el protagonista de otro plato que se ha puesto muy de moda en algunos lugares de Ibiza como los huevos pochados con patatas al horno y bogavante y que en el restaurante del Club Nàutic sirven en una cazoleta que no deseará que se acabe.
El pescado proviene de la lonja de Palamós, situada a pocos metros del local, y cada día va variando en función de lo que el mar provee a los pescadores. Apreciados son el cabracho, el gallo de San Pedro, el besugo o el rape de playa que hacen a la brasa o la horno. El rape también se sirve a la romana, como los calamares, que tienen como entrantes para picar en la carta junto con el pescado frito de lonja o los huevos estrellados con chipirones.
Amplio es el surtido de moluscos, como los mejillones, las ostras, los berberechos y las navajas o crustáceos como la famosa gamba roja de Palamós que el Club Náutico sirvee de dos formas distintas: carpaccio y a la brasa, sobre una bandeja de hierro fundido, y con una pizca de sal gruesa. El resultado es, según Ristol, un producto muy suave con poca cocción que destaca por su finura y una textura que la hace especial. La brasa es una de las cocciones que el remodelado establecimiento ha potenciado.
Entre los entrantes y como platos para compartir destaca la ensalada de tomate y ventresca de bonito, el tartar de atún o las anchoas de la Escala. Los que quieran comer carne en un lugar tan marítimo como este tienen dos opciones: el secreto ibérico o el pollo hecho a baja temperatura y terminado a la brasa.
Y en los postres, una opción refrescante ahora en verano es la piña natural con lima y menta. También destaca la cuajada casera y el pastel de ratafía con helado de vainilla, sin olvidarse de dos clásicos que siempre triunfan, el helado artesano y el tiramisú, también elaborado en casa. En la carta de vinos sobresalen los blancos y los cavas, excelentes opciones para acompañar la cocina marinera.
El Nàutic ofrece un menú diario de lunes a viernes a la hora de comer siempre y cuando en verano el cliente no llegue al local más tarde de las dos. El comensal podrá elegir entre tres primeros, tres segundos y tres postres con bebida por 18'5 euros.
El restaurante abre en temporada alta todos los días desde las 9 de la mañana a 8 de la tarde, excepto de miércoles a sábado que alarga el horario hasta las 11 de la noche. En temporada baja abre de miércoles a lunes, de 10 a 16h y viernes y sábado noche, de 20.30 a 23h.
El establecimiento, con capacidad para unas 160 personas, tiene en la terraza exterior y la terraza abierta dos de sus puntos fuertes en verano. Un espacio que sus responsables han potenciado este año con unas mesas chill out, desde donde el cliente puede tomarse una copa al atardecer contemplando una espléndida puesta de sol.
Fotos: Martí Artalejo.