Alfredo Fernández lleva trabajando en hostelería desde los 15 años, y eso es algo que se nota en su forma de hacer las cosas y de ofrecer gastronomía de calidad a sus clientes. Sus primeros pasos en el gremio los dio en Marbella, pero volvió a Granada con ganas de hacer las cosas dándole su propio estilo. De este deseo nacieron distintos proyectos. Uno de ellos, Caviar de Corral, fue el germen de lo que hoy día es Catavinos, su actual taberna. Un lugar singular en el centro de Granada en el que hay mucho donde elegir, pero donde no debes perderte por nada del mundo su ensaladilla de gambas y algunos de sus platos elaborados con setas, producto en el que Alfredo es un gran experto.
Catavinos es una de esas tabernas pequeñas, de barra, de producto. Donde hoy encuentras platos que probablemente no estén mañana, ya que trabajan con un género muy fresco y de mercado en su filosofía de ofrecer al cliente la excelencia. En su nevera de barra vas a ver desde cigalas hasta gambas, pasando por salmonetes, calamarcitos y otros pescados frescos.
Las conservas de calidad son otro de sus puntos fuertes, y aquí también hay un poco de todo. Unas zamburiñas al natural, unas codornices rellenas de foie, unos mejillones en escabeche, unas buenas anchoas de Santoña o unos hígados de bacalao son algunas de las opciones para abrir boca.
En Catavinos los productos del mar tienen gran protagonismo, por eso si eres fan te van a encantar las sugerencias que tiene colgadas en la pizarra: chopitos, boquerones, pulpo a la parrilla, puntillas, ortigas de mar, almejas o su famosa langosta con patatas fritas y huevos, un plato que también sirve con bogavante o carabineros, según lo que haya en el mercado, que es la estrella de su carta y se pide previo encargo.
Las carnes también tienen su espacio con el rabo de toro, el entrecot de buey y el steak tartar y, por supuesto, la cuchara no falta en esta casa, por eso todos los miércoles puedes degustar un guiso de los de siempre como el choto al ajillo, muy típico en Granada, una cazuela de fideos con todos sus avíos, un puchero de hinojos o una fabada asturiana.
Nuestra visita a Catavinos estuvo marcada por los platos del mar. Evidentemente, no podíamos pasar por alto probar la ensaladilla de gambas. Un plato sencillo, pues está elaborado a base de gambas, patata cocida con el agua de cocer las gambas y una mayonesa casera con secreto que, por supuesto, Alfredo no desvela.
Nuestro pase siguió con una buena ración de cigalas y gambas de la lonja de Motril. Producto del día, fresco, con todo el sabor y muy bien cocido. Los boquerones y el rape frito no faltaron en nuestra mesa, y para terminar otro de los platos estrella de Catavinos: las setas. En esta ocasión shiitakes, shimeji, erynjiis y portobellos acompañadas con foie fresco, huevo frito y aceite de trufa negra. Un gran plato y un acierto haberlo pedido.
Si has llegado hasta aquí, seguro que estarás pensando en visitar Catavinos lo antes posible, y haces bien, pero ten en cuenta que es un lugar muy concurrido y de pocas mesas, es una taberna al uso y la barra es la protagonista, eso y las conversaciones con Alfredo mientras te sirve, que es un pozo de sabiduría hostelera. Así que te aconsejamos hacer reserva antes de ir.
Buen provecho.
Calle San Miguel Alta, 35
Granada Granada
España