Èric Soldevila es el chef que comanda los fogones de Devici, un interesantísimo bar situado en el centro de Vic, impulsado por diversos experimentados socios del sector gastronómico. Utilizar la palabra fogones no seria del todo correcto, ya que, en realidad, el restaurante no dispone de ellos, y solo funciona con brasa, una placa de inducción para calentar y una freidora. Cocinar sin fuegos tiene mucho mérito, y el chef ha sabido resolver la situación con originalidad, acierto y una carta que estimula nuestro interés gastronómico.
“Mi cocina es de producto final: busco que sea de máxima calidad y no lo manipulo demasiado. Utilizo pocas elaboraciones, sencillas, y las combino en distintos ingredientes que casan bien”, nos explica. Para que empecemos a tantearla, propone una serie de entrantes para picar: croqueta de pollo; salchichón de Vic -que tiene Indicación Geográfica Protegida (IGP) de la centenaria Casa Riera Ordeix; queso Tou dels Til·lers, que se elabora en el Pallars Sobirà, rebozado; o su curiosa patata brava, que se come de un bocado.
Producto, producto y más producto
La calidad del producto que gastan en Devici, y su amor por lo local, es evidente y se reafirma a medida que vamos descubriendo sus platillos para compartir, como la calabaza escalibada a la brasa, con burrata, rúcula y pipas de calabaza. Uno de los superventas de la casa, sencillo, pero con ese toque ahumado que siempre nos conquista. Un punto que también encontramos en el pulpo con puré de boniato escalibado y papada de cerdo, un peculiar mar y montaña que presenta sabores bien marcados.
Devici forma parte del colectivo gastronómico Osona Cuina, que quiere dar visibilidad a los productos de esta tierra y posicionar esta comarca como uno de los referentes gastronómicos de Catalunya. Algunos de sus eventos más exitosos son la celebración del Jueves Lardero o los Sopars a 4 Mans. Los ingredientes de temporada también juegan un papel crucial en este colectivo, y en Devici. Setas, flor de calabacín, trufa… son solo algunos de los productos que aparecen y desaparecen de la cocina de Èric, según la estacionalidad. En nuestra visita, pudimos degustar, fuera de carta, unos huevos poché vestidos con una trufa de escándalo; y cerrar con un foie a la brasa de lo más gustoso.
Templo quesero
Nos reservamos para una próxima cita otras sugerentes propuestas como las vieiras a la brasa con cremoso de patata y papada, los mejillones a la parrilla con aceite de albahaca o la costilla de cerdo con miel y soja. Aunque sí que sucumbimos a los quesos, otro de los fuertes de Devici, ya que cuentan con unas quince referencias de quesos catalanes y alguno procedente de Francia, que van renovando periódicamente. “Nos gusta descubrir novedades de productores catalanes, hay muchísimos y con muy buen producto”, afirma Èric.
Trabajan directamente con algunas queserías, con proveedores de quesos de la comarca de La Garrotxa y con el referente barcelonés Vila Viniteca. Y ofrecen tablas de tres o de cinco quesos, que siempre juegan con las tres leches: cabra, vaca y oveja. Nos dejamos llevar por sus recomendaciones y pudimos degustar una acertada combinación: La Gárgola, de Formatgeria del Miracle; Jove de Cabra, de Riudavets; Miner, de Formatges d’Espinelves; Cendrat, de Formatgeria de Clua; y el multipremiado Blau de Jutglar, de Formatgeria Reixagó. Los acompañan con fruta de temporada -higos o fresas según la época- o membrillo. Y con pan, claro. De masa madre, elaborado artesanalmente en Mas Corcó (Manlleu); o con pan de coca de Folgueroles. Otro ejemplo de su preocupación por elegir proveedores cercanos y que comparten su filosofía.
Carta y menús
Una de sus recientes incorporaciones en las bebidas ha sido la cerveza Duet, elaborada por los maestros cerveceros de Damm en colaboración con el Celler de Can Roca. “Es una cerveza gastronómica de uva y malta, que nos da mucho juego y que encaja con nuestra carta”, reconoce.
Las alternativas para acercarnos a la propuesta gastronómica de Devici no acaban aquí, ya que también ofrecen un menú de mediodía, entre semana, que incluye dos platos a elegir (platos de la carta) y un postre (18,50€); y un menú degustación con seis platos y dos postres con el que, seguro, acertaremos (35€). Y todo esto, recordemos, sin encender los fogones.
Fotos: Marta Becerra