La zona de Madrid que se abre hacia el Barrio de las Letras, a espaldas de la plaza de Neptuno, cuenta con una amplia oferta de bares para el tapeo. Uno de los más recientes, poco más de un año de vida, es Distinto, un espacio que busca recuperar el espíritu de las viejas tabernas madrileñas, pero con una visión muy actual. Una tendencia que se impone en la capital, donde jóvenes empresarios o cocineros conservan la filosofía, la estética y en buena parte el recetario de las tradicionales, dándoles un aire más moderno. Los cuatro socios que han puesto en marcha esta vinería-taberna con espíritu un tanto canalla han querido aplicar aquí su amplia experiencia en el sector, tanto en el de los vinos como en el de la cocina tradicional. Esas son las dos claves de Dis Tinto, el vino y una satisfactoria oferta de tapas y raciones. Del primero, cuentan con más de trescientas referencias, unas treinta por copas, a precios muy competitivos, aunque en su barra la cerveza es también un elemento importante ya que esta es una zona muy cervecera.
Pero lo que nos importa hoy es la cocina, que se plasma en una atractiva carta pensada para el picoteo informal, tanto en el espacio de la barra como en el pequeño comedor con mesas altas que se encuentra en la parte posterior. En general elaboraciones sencillas, muy inspiradas en las tabernas tradicionales, aunque con algunas incursiones en cosas algo más sofisticadas como el carpaccio de foie o los chipirones con risotto. Una serie de embutidos ibéricos abre las propuestas, junto a otros productos en frío como la cecina de buey o la burrata aliñada. Ahora, en temporada, buen tomate, que puede tomarse en una ensalada con ventresca de conservas La Brújula, o en otra más rebuscada llamada “Distinto”, con aguacate, papaya y pesto. Mejor la primera.
Imprescindible la ensaladilla rusa, una de las mejores de Madrid, que se ofrece en tres versiones: clásica, con ventresca de bonito o con mojama. Es tan buena que resulta preferible tomar la clásica, sin más añadidos. Buena opción las sardinas a su punto de sal, presentadas con pan de cristal, tomate y guacamole, o el pulpo con pimentón de La Vera y una emulsión de patata. Menos interesante el tartar de atún rojo. Punto y aparte para las tortillas de patata, que se hacen poco cuajadas, para que queden jugosas. La tradicional (aquí toman partido en el debate que divide a los españoles y optan por elaborarla con cebolla) es nuestra preferida, pero también las tienen con bacalao, con hongos y trufa, o con callos, también muy buena.
Hay un apartado de raciones más contundentes, pero resueltas con la misma solvencia. Por ejemplo la que llaman “papito de mar”, unas quisquillas fritas con pimientos confitados y huevos, o las chuletillas de conejo al romero. Nos gustan especialmente las mollejas de lechal salteadas con setas (el último día estaban algo frías), que llegan a la mesa acompañadas por unas buenas patatas fritas cortada en dados, y el crujiente de oreja con espuma de bravas. Dos platos que enlazan con la casquería popular madrileña que tanta presencia tuvo en la tabernas.
Para carnívoros, lomo de ternera madurado, hamburguesa de solomillo y papada ibérica, o un steak tartar, también de solomillo, cortado a mano. Este llega hecho desde la cocina, aunque se da a probar para ajustar el punto de picante. Buena carne y buen aliño, aunque estaría mejor menos apelmazado. Para cerrar, una pequeña tabla de quesos o, para los más golosos, correcta tarta de queso, torrija o brownie caseros. Distinto, a poca distancia de la Estación de Atocha, es una muy buena opción si se encuentran por el centro de Madrid.
- © Fotos cedidas por Dis Tinto.
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