Hannibal

Hannibal, elegancia salvaje y conciencia del bienestar
Hannibal, elegancia salvaje y conciencia del bienestar
3 Diciembre, 2024
Joaquin Reyes
El tándem formado por Juan José Arias y Sebastián López lleva más de nueve años asesorando restaurantes por todo el país. Ahora gestionan su propio proyecto, Hannibal, donde plasman todo lo aprendido fusionando cocina latinoamericana y española con las brasas como hilo conductor.

Juan José Arias y Sebastián López, colombianos afincados en Murcia, son verdaderos especialistas de la gastronomía española, que fusionan con la cocina latinoamericana que aprendieron en su país de origen. Cuando les preguntas de dónde son, ellos contestan que ni colombianos ni murcianos, son “marcianos”, dado que llevan ya muchos años viviendo, trabajando y disfrutando en esta ciudad del sureste español, de la que se sienten parte.  

Sebas ha pasado por varios restaurantes de renombre y ha trabajado como asesor gastronómico en proyectos como el del complejo Odiseo, en Murcia, en el que participó en sus comienzos y que posteriormente llegó a obtener una estrella Michelin, aunque Sebas ya no estaba vinculado al proyecto en ese momento. Por su parte, Juanjo se ha formado en sala, ha investigado mucho y se ha especializado como barista de café de especialidad, del que es experto y apasionado a la vez. 

Estos “marcianos” se consideran más amigos que socios. No en vano: hasta han vivido juntos, pandemia mundial de por medio, cosa que o te hace más fuerte o te destruye. A ellos les hizo más fuertes como pareja gastronómica y como amigos, ya que ahí nació Hannibal como proyecto para ofrecer caterings de calidad y asesoramientos gastronómicos a otras empresas. 

C/Garcia Marquez, s/n
30107 Guadalupe Murcia
España

674 70 64 54

Construir un Nido palito a palito 

Su historia empieza de cero, atravesando la dura barrera del inmigrante que quiere emprender en tierra lejana. Al estar centrados en los asesoramientos gastronómicos, se especializaron en gestionar situaciones críticas apagando fuegos para otros. Después de trabajar juntos en muchos proyectos gastronómicos para otras personas, decidieron dar un paso adelante apostando por emprender su propio negocio en la ciudad de Murcia. 

Así nace Nido, palito a palito, con la idea de tener un hogar/oficina que usar para la captación de clientes o enseñar los menús del catering. Progresivamente también comenzaron a realizar un pequeño servicio de take away o servir café de especialidad para llevar, todo ello en un pequeño local que además servía de sala de exposiciones y sitio de venta de colecciones de artistas locales. Pronto se convirtieron en un rincón de referencia para amigos, donde ir a tomar un buen café de especialidad en su espectacular cafetera hidráulica leva La Marzocco, de las que tan solo había dos unidades en España, tomar alguna tapa fusión latino-nikkei-española, consultar algún libro de cocina e incluso comprar alguna camiseta o prenda de ropa de estos artistas locales. 

Su situación era inmejorable, en pleno centro de Murcia, junto al Mercado de Verónicas, el más concurrido de la ciudad, pero sus clientes empezaron a sentirse un poco descolocados al encontrar comida de primera calidad en un local sin mesas ni platos. Comenzó como oficina, pero la gente rápidamente quería comer allí, todo un reto porque no tenían permiso para servir ni dentro del local ni en la calle, algo que empezó a incomodar a algunos vecinos, por lo que tuvieron que buscar un nuevo Nido.  

Otra vez, palito a palito, lo construyeron en un local más grande, con barra y con terraza, que cubría un poco mejor sus necesidades de espacio. Allí ampliaron su carta y pronto comenzaron a trabajar a buen ritmo, pero se encontraron con el mismo inconveniente: que estaban sirviendo comida de restaurante en platos de papel y en una terraza al aire libre, luchando contra las inclemencias del tiempo. Por lo que llegó el momento de tomar una decisión: salir del centro de la ciudad y desarrollar un proyecto más ambicioso o seguir en el centro con su pequeño Nido. 

Hannibal, elegancia salvaje y conciencia del bienestar

Dejar el Nido 

El dúo optó por dar el salto y montar un restaurante donde aplicar todo lo aprendido durante casi nueve años. Para ello, tuvieron que marcharse del centro y hacerse con un local cerca de la universidad de Murcia, dentro de una urbanización privada, no muy a las afueras, pero con buena ubicación y con sitio para aparcar. Un espacio ideal, con una gran terraza, un comedor inmenso y una cocina adaptada para realizar todas sus creaciones. Así nació Hannibal, con el apellido de “Elegancia Salvaje” y alma de Nido, pero con una puesta en escena muy diferente. 

A pesar de su juventud y de una apariencia canalla y divertida, el equipo tenía los objetivos del proyecto muy claros y un discurso coherente, bastante maduro en cuanto a su propuesta, concienciado con el bienestar de sus clientes y altamente motivador para los tiempos que corren. 

Abrieron el restaurante en diciembre de 2023 por todo lo alto, con dieciséis empleados. Ahora, con el paso del tiempo, se ha ajustado todo y se han quedado con seis, ya que el negocio se va adaptando al cliente y a la temporalidad de Murcia, que es muy marcada. Abren de miércoles a domingo, y, entre semana, cuando el ritmo es más tranquilo, aprovechan para seguir formándose y para preparar las pre-elaboraciones del restaurante y el catering. 

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Fusión, discurso y detallismo 

El restaurante fusiona una cocina de raíces colombianas/latinoamericanas con el recetario español, especialmente la gastronomía regional murciana, defiendo la buena praxis y el correcto uso del producto local, ajustando su carta según temporalidad. 

A los clientes no los tratan como tales, sino como a invitados que vienen a casa, con los que van a compartir un buen momento en torno a una buena mesa. Suena manido, pero no trabajan por dinero, sino que lo hacen por vocación: su mayor deseo es que la gente se vaya con un buen recuerdo de su restaurante.  

Al abrir Hannibal querían crear un sitio “elitista”, que rompiera los esquemas, pero sin ser hermético, al que pudiera ir todo el mundo. Es un sitio muy elegante, pero con una cocina “distorsionada”, canalla, divergente. Esa es la parte salvaje, una dualidad que permite a los clientes diseñar su propia experiencia: pueden decidir sentarse en la terraza a tomarte una caña y una empanada o entrar al comedor y degustar un chuletón cocinado en su punto con un buen vino. 

Cuando entras al salón de Hannibal te sorprende lo sobrio del local, que junto con su cálida iluminación y su decoración (actualmente tienen en sus paredes una exposición del artista plástico Lidó Rico), evoca recuerdos de esos restaurantes modernistas de las grandes capitales donde uno pide un cóctel nada más entrar. Aquí, sentados en su espectacular barra volada, también puede disfrutarse de su coctelería de autor, con toppings caseros al 100%: siropes, salsas, preparaciones... 

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Una carta dual  

Como ya se ha comentado, se dedican a una fusión destila su cultura y su tradición, con platos como las empanadas y los patacones colombianos (lo único colombiano de su carta), que consideran como su aperitivo “callejero”. Elaboran platos tradicionales como su croqueta de guiso rabo de toro porque les gusta la cocina antigua, pero también intentan sacar el sabor real dándole algunos toques más atrevidos, como en la brocheta de gambas, a la que le meten un toque asiático. 

En la carta tienen dos apartados: el de crudos, donde hacen cocina de producto a base de la tradición nikkei peruana, las salazones, los encurtidos o los fermentados; y el de fuego, donde las brasas son el hilo conductor, sello de identidad de Sebastián: el recuerdo de estas está en todos los platos, pero sin llegar a saturar ni ser un sabor invasivo. Aquí, destacan platos como las alcachofas braseadas, el pulpo, el cordero, los torreznos caseros, los pescados o los arroces, estos últimos de un tipo levantino, muy finos y hechos a la leña, potentes de sabor y con caldos caseros.  

Más allá de todo esto, están muy concienciados con las alergias alimentarias, las intolerancias o la celiaquía. Cabe destacar que el 90% de la carta es apta para celíacos, y otro gran porcentaje para veganos y vegetarianos. Lo principal para Juanjo y Sebastián es que lo que comas te siente bien. Intentan evitar los platos con muchas grasas y buscan el equilibrio en sus raciones, tratando de incluir siempre algún ingrediente probiótico como los encurtidos o los fermentados. 

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Postres tradicionales con una vuelta de tuerca 

En Hannibal podemos tomar una tarta de queso, como en el 99% de los restaurantes de España, pero elaborada con dos buenos tipos: un Idiazabal ahumado y un Shopshire azul, que le aporta una intensidad de sabor brutal. También ofrecen su torrija, un postre elemental que han ido perfeccionando con los años. 

Pero en Hannibal el final no es el postre, sino el café. Como buenos colombianos, conocidos por su fama de buenos cafeteros, han defendido siempre el café de calidad. Tienen su propio ritual y diferentes maneras de prepararlo, bien filtrados u otros métodos de extracción como la cafetera Chemex o la V60, con las que pueden hacer una elaboración en mesa con diferentes orígenes de café, no solamente colombianos. De esta forma abren un nuevo prisma al mundo del café, como se hace con el vino, para que cuando sepas qué café te gusta puedas pedirlo con nombre y apellidos.  

La experiencia en Hannibal es amplia, cuidada, elegante y salvaje, pero que esto no te abrume esto, que no te asuste: una cosa es cómo te la contemos, y otra como la vivas… ¿Te animas? 

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