La Barrita

Hace unos días estaba entrevistando a un chef extranjero muy importante en Ibiza y me decía que le encantaba la cocina española y ese modo tan particular de comer compartiendo que tenemos. Añadía que para comer bien no hacía falta irse a un restaurante gastronómico de Estrella Michelin y que en nuestro país se puede comer bien en cualquier sitio. Me ponía de ejemplo unos huevos rotos con foie, ¡que solo le habían costado 15 euros! que había comido unas semanas atrás en un sitio pequeñito del centro de Eivissa mientras se le iluminaba con una amplia sonrisa la cara rememorándolos. ¡they blowed up my mind!, exclamó.

La verdad es que a mi interlocutor no le faltaba razón, en lo de que en España se puede comer bien en muchos sitios a un precio razonable y, sobre todo, en que los huevos rotos con foie de La Barrita, que es así como se llama este coqueto local con vocación de gran restaurante en el que estuvo, son increíbles. Bueno, los huevos rotos, y toda la carta.

José Ángel Sánchez, su propietario y chef, es el 50% de la plantilla de este acogedor local que cuenta con un aforo que se limita a diecinueve comensales por servicio. Desde la barra, que cumple también las funciones de cocina, este joven y risueño murciano se afana en elaborar unos platos que, a modo de tapas y raciones para compartir, sorprenden por su originalidad y por su excelente técnica culinaria. Y lo hace equipado únicamente con una freidora, un fuego, una plancha y una salamandra. ¡Todo un logro teniendo en cuenta el resultado!

Bueno, bonito y... sensato

La Barrita suele estar muy concurrido tanto por lo excelente de su cocina como por los precios que maneja, muy por debajo de la media de la isla. “Son precios sensatos”, apunta José Ángel, para acto seguido añadir: “nosotros preferimos que la gente pueda venir dos o tres veces a la semana para tomar una caña y un par de tapas a que solamente puedan venir a comer una vez al mes”.

Trabajan con una pequeña carta que está expuesta en las pizarras que decoran sus paredes y que se divide en tres secciones: Para Empezar, Para Compartir y Para Pecar. Obviamente la última es la sección de los postres que, dicho sea de paso, son un pecado en si mismos.

En cualquier caso, aparte de los platos de esas tres secciones, que son fijos, el chef siempre trabaja con platos fuera de carta o sugerencias que introduce y va alternando periódicamente ya que, como nos confiesa, le encanta jugar en la cocina y divertirse creando y fusionando, algo que hace con una soltura inusual y con un resultado ciertamente sorprendente.

Tapas tradicionales con acento asiático

La Barrita, que acaba de cumplir dos años el 25 de mayo, nació con vocación de ser una bar de tapas, una taberna al uso como las que hay en cualquier esquina de nuestra geografía, con sus raciones, sus pinchos, su buen vino y un excelente ambiente. Sin embargo, el chef murciano ha sido capaz de imprimirle su impronta personal, no solo a través de su cocina, sino también del excelente ambiente que se ha generado entre la clientela habitual.

En lo que a la vertiente gastronómica se refiere, en La Barrita podemos encontrar tapas tan tradicionales como una ensaladilla rusa de toda la vida, una marinera murciana (tapa de ensaladilla, con anchoa y colines que el chef termina con un toque de vinagreta de encurtidos), unas excepcionales croquetas de ibérico, unas castizas patatas bravas o una tortilla de patatas con sobrasada.

Hasta aquí la cosa es bastante previsible. Sin embargo, hay que agarrarse, que vienen curvas: y es que cuando al murciano se le ocurre dar un vuelco a un plato tan tradicional como una tortilla de patatas, y añadirle cebolla caramelizada, o rellenar un brioche de papada con mayonesa de chiplote, y eso sin mencionar los huevos rotos con foie a los que hacíamos referencia en el primer párrafo.

Y eso son platos de carta. Si nos fijamos en las sugerencias la fiesta sigue cuando vemos como fusiona la culinaria española con la asiática: brioche de oreja con kimchi, albóndigas de la abuela con curry, gazpacho con tarama de gamba, jenjibre y lima… Vamos, que sí, ¡they blowed up my mind!