Barriles antiguos, azulejos con imágenes del Quijote, botellas que penden boca abajo y un escaparate con callos, ensaladilla rusa, Gildas, tortilla de patatas y otros platos caseros dan la bienvenida a la Bodega d'en Rafel, un bar de toda la vida situado junto al emblemático y concurrido mercado de Sant Antoni de Barcelona.
El local es un referente en el barrio por sus tapas tradicionales y auténticas y por el buen trato que recibe el comensal. Rafel Jordana, quien da nombre a la taberna, es el propulsor del éxito del bar. "Es una bodega de barrio con una clientela muy fiel. No es un estrella Michelin, pero hay mucho corazón en todo lo que hacemos, desde cortar jamón hasta preparar un cortado", cuenta Rafel, quien, a sus 64 años, ha decidido jubilarse tras estar más de tres décadas al frente de la bodega.
El pasado mes de diciembre, Jordana se despidió del bar que tantas alegrías y buenos momentos le ha dado y al que ha dedicado gran parte de su vida. Corría el año 1987 cuando tomó el relevo a sus suegros, quienes llevaban 25 años al frente del local, llamado en aquel momento Bodega Terra Alta. Rafel, originario del pirineo de Lérida, decidió en aquel momento hacerse cargo del negocio familiar. "Yo venía del mundo del motor y la publicidad y no tenía ni idea de hostelería cuando empecé, aunque estaba acostumbrado a tratar muy bien a la gente", reconoce.
Carrer de Manso, 52
Barcelona Barcelona
España
De las Gildas y los torreznos al 'cap i pota' y el 'fricandó'
Con su cercanía y calidez se ganó pronto a una clientela que disfrutaba en su local de tapas y platos caseros de toda la vida en un ambiente agradable y distendido. Torreznos, ensaladilla rusa, patatas bravas, Gildas, anchoas, boquerones, esqueixada, caracoles, albóndigas, morcilla de Burgos, pies de cerdo, pulpo y distintas variedades de tortilla forman parte del amplio repertorio culinario del local, que anteriormente había sido una horchatería y, previamente, un restaurante de etiqueta.
El tradicional cap i pota catalán tampoco falta en las elaboraciones caseras de esta emblemática taberna, que ofrece esmorzars de forquilla, vermuts, comidas y cenas a precios populares. Además de las mencionadas bravas, la Bodega d'en Rafel sirve otras tapas clásicas, como jamón de bellota, calamares a la andaluza, bombas, croquetas, buñuelos de bacalao, pimientos del padrón y sepia.
También preparan platos principales, como entrecot, butifarra y lomo a la plancha, fricandó, bacallà a la llauna o sardinas. Los jueves elaboran distintos arroces y siempre tienen disponibles deliciosos postres, entre los que se puede saborear un pastel de queso, una tarta de Santiago, un tiramisú o brownie de chocolate negro y blanco.
Desde hace poco también disponen de alfajores, torta de dulce de leche y otras delicias argentinas en este bar de barrio, en el que son habituales periodistas, presentadores y políticos e incluso sirvió como escenario para grabar un capítulo de la serie Cites (TV3). "Por aquí ha pasado gente de todo el mundo, desde Tasmania hasta Argentina, Noruega, Finlandia y Japón", añade, orgulloso, Rafel, quien disfruta de su recién estrenada jubilación sin dejar de ir al que siempre será su bar.
La misma esencia, pero con nuevas creaciones
Le ha tomado el relevo Marc Masero, quien afronta el reto con gran entusiasmo. "Mantengo la esencia de la bodega, que es cocina casera y tradicional, aunque también incorporaré nuevos platillos y creaciones", cuenta el nuevo propietario. Pimientos del piquillo rellenos, fideos a la cazuela con pollo, codillo a la pimienta y fricandó con una receta tradicional son algunas de las nuevas incorporaciones de Masero, que mantiene los precios de antes de la pandemia.
Fotos: Marta Becerra.