La Sagrada Familia, el hotel W, las torres Mapfre y el edificio Agbar se divisan con total claridad desde Mirabé. El emblemático restaurante, situado en una colina en lo alto de la avenida Tibidabo de Barcelona, lleva 22 años deleitando con su gastronomía y sus espectaculares vistas. Un skyline de lujo del que se puede disfrutar comiendo o cenando, con la ciudad iluminada de fondo. A un ritmo tranquilo y agradable, saboreando su cocina de altura.
Entrando en materia, Mirabé ofrece cocina mediterránea con una carta completa que incluye entrantes, ensaladas, arroces, carnes y pescado. Semanalmente, tienen sugerencias fuera de carta. "Los inventos no nos funcionan. Al final, lo tradicional con producto de calidad y bien cocinado es lo que gusta", explica Albert Ballesta, gerente del local.
Aun así, hay algunas piezas muy genuinas, como una minicoca de anchoa con una galleta artesana que elaboran ellos, con mantequilla ahumada y un poco de furikake (una mezcla de polvo con algas, sésamo y verduras). La presentan de una forma muy original, sobre una cama de piedras.
Arroces y carnes y pescados a la brasa: los platos estrella
Un sofisticado aperitivo que da paso a otras sugerentes opciones, como una torrija con foie a la plancha, demiglás (reducción de carne y verduras) y mermelada de uva o un timbal de centollo con pepino, manzana verde, huevas de salmón y una mayonesa con yema de huevo, limón, sal y mantequilla clarificada. Croquetas variadas, calamares, jamón ibérico de bellota, ostras, vieiras y un canelón de gamba, lima y coco son otros apetecibles entrantes.
Como hemos adelantado, los arroces son uno de los puntos fuertes de Mirabé. La paella de verduras, el arroz del senyoret o el negro con sepionetas comparten carta con el arroz caldoso de bogavante, uno de sus platos estrella. Si ya sorprende a primera vista por su aspecto y aroma, al probarlo se confirman las sospechas. Además de bogavante, lleva sepia, almejas y un aceite concentrado con cabezas de bogavante.
Seguimos con otro de los iconos gastronómicos de este restaurante panorámico: las brasas, en horno Josper. Ya sea carne o pescado, Mirabé ofrece propuestas muy completas, como un chuletón de vaca vieja de Girona madurada 40 días, con patatas y pimientos del Padrón. Presentan el chuletón al comensal, lo filetean y lo dejan en una bandeja, junto a una plancha de piedra caliente para que cada uno lo cocine al gusto. El solomillo de ternera, el magret de pato ahumado con chalotas y el cordero deshuesado con curri verde, manzana y boniato son otras propuestas carnívoras de Mirabé. Quienes busquen opciones de mar podrán disfrutar de una lubina a la sal, una corvina del Mediterráneo, una brocheta de rape y pulpo o bacalao al pil-pil con almejas y alubias.
Como toque final a esta selección de platos exquisitos, Mirabé cuenta con postres tan apetecibles como la crema catalana, un pastel de queso con crumble de almendra, ganache de chocolate negro o una deliciosa y saludable ensalada de frutas de temporada con helado de mango.
Un amplio abanico de platos al que se suma una fórmula de mediodía (de miércoles a viernes), con varios entrantes y un arroz a escoger, varias opciones para grupos y un menú degustación (con o sin maridaje), que incluye varios aperitivos y entrantes, un plato principal y postre.
Debajo del amplio comedor de Mirabé hay otra planta, también con una panorámica de lujo. Un espacio con capacidad para unas 220 personas, donde se hacen eventos y tienen lugar distintas celebraciones, en un entorno único y privilegiado que todo el mundo debería visitar por lo menos una vez.
Fotografía: Lluis Palomino.