Con una estética rústica pero actual y situado en medio de un campo de viñedo, la oferta gastronómica del restaurante Coll de Nulles está muy ligada a la tierra y a los productos de proximidad. Su especialidad es la cocina catalana pero actualizada, la brasa y las 'calçotadas'. Los calçots, esta variedad de cebolla tierna, blanca y dulce, los cuecen al fuego de los sarmientos de los propios viñedos y los acompañan con la sala artesanal típica.
En la Toscana catalana
Coll de Nulles es un restaurante familiar. Fueron los padres de la actual responsable del establecimiento, Núria Calaf, quienes decidieron ampliar la bodega donde elaboraban cava y construir una nueva, que situaron en una finca de viñedos, en la comarca tarraconense del Alt Camp. Pronto les surgió la idea de abrir, sobre la bodega, un restaurante. Justamente este año hace treinta años de esa buena decisión. Esta familia de larga tradición vinícola no podía elegir un mejor emplazamiento para el restaurante: des del interior y desde la terraza los comensales pueden disfrutar de unas vistas espectaculares: el paisaje de los viñedos y las montañas al fondo es un valor añadido; "incluso muchos clientes nos conocen como la Toscana del Alt Camp", explica Núria Calaf, que desde hace unos siete años regenta el restaurante.
En invierno, calçot y brasa
En los meses fríos los calçots se encuentran en su momento álgido. En Coll de Nulles sirven la calçotada más tradicional y auténtica. Los calçots cuentan con el distintivo de calidad IGP y provienen directamente del agricultor. Los cuecen al fuego de los sarmientos de la poda de sus cepas, y les acompañan de la tradicional salsa artesanal, que en Coll de Nulles elaboran de forma magistral: "es espectacular; mucha gente nos viene al restaurante a comprar la salsa", apunta Núria Calaf, quien añade que la salsa es apta para celíacos porque no lleva ni pan ni galleta. La calçotada completa sigue con una buena carne a la brasa: longaniza y butifarra negra con alubias y alcachofa a la brasa; carne de cordero a la brasa y alioli casero y ensalada de escarola para compartir. Quien no quiera llenar tanto el estómago tiene la posibilidad de tomar media ración de calçots, seguido de entrecot, cordero o cualquier otro tipo de carne a la brasa.
La carta incluye otros platos relacionados con la cocina del calçot, como es un revuelto de calçots y alcachofa (con alcachofa confitada y también chips de alcachofa). Pero Coll de Nulles es mucho más que un restaurante de calçotadas. Su especialidad es la cocina catalana con toques de innovación y con mucha presencia de la brasa, y el cocinero es Jordi Martínez.
Entre los platos de la carta destacan los caracoles; puntas de entrecot con cebolla caramelizada y foie; pies de cerdo a la cazuela con panceta y setas; canelón de pato con bechamel de trufa; huevo a baja temperatura con crema de setas y papada crujiente, y solomillo de ternera con foie y salsa de oporto, entre otros, además de un largo listado de carnes a la brasa. Y no cabe ninguna duda: la chimenea con la brasa se encuentra en el comedor interior, a la vista de los comensales. Entre los postres, Coll de Nulles ofrece uno propio: el llamado Cremanís, que incluye crema catalana, pastel de anís, piña y helado de limón. Todo regado con vinos y cavas de la bodega familiar.
Coll de día y Coll de noche
"Hemos cuidado mucho el cambio de generación; seguimos cocinando platos tradicionales pero modernizados", destaca Núria Calaf. Por eso, Coll de Nulles ofrece dos propuestas diferentes: el Coll de Dia, para las comidas; y el Coll de Nit, para las cenas y con una oferta gastronómica algo diferente, más adaptada al cliente joven, con un menú con seis platos para compartir y un segundo a escoger, y con una carta que cambia cada temporada: "la mayoría de los productos son los mismos que en la carta de día, pero elaborados de forma diferente", explica Calaf. Por ejemplo, a mediodía ofrece la cazuela de pies de cerdo y por la noche, carpaccio de pies de cerdo con foie. "Por las noches nos permitimos unas concesiones que en el almuerzo no encajarían", explica Núria Calaf.
El restaurante, que tiene una capacidad para unas noventa personas, está abierto de jueves a domingo (los mediodías de los jueves y los viernes también proponen un menú). Además del comedor interior, cuenta con una terraza que rodea a todo el restaurante. No se pierdan visitar el local por la noche, con una espectacular vista de los viñedos iluminados. Y, sobre todo, en Coll de Nulles cuidan el servicio: "un camarero no solo debe llevar los platos, sino que debe hacer que el cliente se sienta bien y coma a gusto. Todo debe encajar: el servicio, el espacio y el precio", dice Núria Calaf. Lo consiguen al cien por cien.
- Fotografías: Xavi Jurio
Ctra. Tarragona – Pont d’Armentera, Km. 16
43007 Nulles Tarragona
España