La Ruïna es un local de parada obligada en la noche en Palamós. Situado muy cerca de la lonja y del lugar donde se concentra buena parte de la oferta de restauración del municipio, encontramos este pub y bar musical que sobresale por sus cócteles, la música, las actuaciones en directo y por el encanto de su espacio, parecido a una casa en ruinas. Y ahora suma a su oferta el tapeo entre copa y copa.
A raíz la pandemia y los nuevos horarios fijados por el ocio nocturno, los nuevos propietarios de la Ruïna, Albert Agustí y Adrià Oliveras, vinculados al sector del ocio nocturno, decidieron incorporar también a su oferta la gastronomía para que el cliente pudiera picar antes de tomarse una copa o para acompañar la bebida. El resultado ha sido la creación de una pequeña carta con elaboraciones clásicas pero muy bien trabajadas y reversionadas.
Así, encontramos la particular versión de las patatas bravas al estilo La Ruïna, unas patatas teja acompañadas de muselina de ajo, curry y pimentón; las croquetas, cien por cien caseras, de jamón, de “rostit” y de setas; las tiras de pollo con salsa agridulce y muselina de curry o unos anillos de calamar con muselina en su tinta.
Para completar la oferta, un cheescake "desestructurado", mucho más cremoso que un pastel de queso tradicional, con frutos rojos, mermelada de fresa, galleta de fresa y peta zeta de lima.
Una novedad, la gastronómica, que ha contado con el asesoramiento del cocinero Albert Martin, chef de la Terraza de los Pescadores de Palamós, que les ha ayudado a terminar de definir la carta.
Una adaptación necesaria
Albert Agustí explica que la incorporación de estas tapas a la oferta de La Ruïna ha venido motivada por las restricciones sanitarias y los nuevos horarios de apertura de los establecimientos de ocio nocturno que les obligan a cerrar antes. Cuando la pandemia lo permita volverán a abrir de 10 de la noche hasta la madrugada, pero las tapas han venido para quedarse.
Entonces, solo las servirán los días que hagan música en directo u otras actuaciones, uno de los reclamos de un local, que antiguamente había sido un taller y desde hace 35 años es un pub que ha pasado por diferentes manos hasta llegar los propietarios actuales que cogieron las riendas meses antes de que estallara la pandemia. Inevitablemente tuvieron cerrar hasta que hace unas semanas han vuelto a reabrir el negocio.
La Ruïna es un local sobrio y elegante con dos ambientes claramente diferenciados: una zona chill out en la terraza con hilo musical y que acoge actuaciones en directo; y el espacio interior, con capacidad para un centenar de personas, donde suena música comercial, con predominio de los temas más populares de la década de los años 80 y 90. Si bien el local recibe público de todas las edades, la franja de 40 años en adelante es una de las más presentes.
Bebidas de toda clase
Uno de los platos fuertes del local es la coctelería. Encontramos una decena de cócteles como mojitos (aparte del tradicional con lima y menta también los hacen de fresa, coco, piña, mango y fruta de la pasión), caipirinha, caipiroskas, piña colada, combinados populares como el San Francisco, sin alcohol; el Sex on the Beach, elaborado sobre una base de vodka, y algunas elaboraciones propias como el brebaje del Capitán, que lleva ron, frutos de la pasión, zumo de melocotón y soda.
El local dispone de una amplia variedad de ginebras, hasta una quincena. "Ofrecemos un producto muy cuidado, tanto en el beber como en la gastronomía", resume uno de sus propietarios, Albert Agustí.
Fotos: Martí Artalejo.