José María Aguilar y su mujer Isabel, abrieron el Naif Madrid Burger&Bar local de aire hípster en el barrio madrileño de Malasaña el 12 de diciembre de 2011, el día de Nuestra Sra. de Guadalupe (el que Isabel sea mejicana, algo tendría que ver para la elección de esta fecha). Anteriormente habían tenido un bar de tapas en la calle del Barco, cuando el barrio todavía no era lo que es hoy.
Pioneros en recuperar Malasaña de nuevo, buscando aquel esplendor de los años 80, decidieron abrir este local con cocina sencilla, tipo casual o fast fine, o lo que es lo mismo: comida rápida con producto de calidad, trabajado con respeto y una cuidada presentación a precios muy razonables. Con esta fórmula, cinco años después siguen registrando lleno total, prácticamente a todas horas, desde la una de la tarde a la una de la madrugada (de jueves a sábado hasta las 02:30).
Su propuesta gastronómica es una fusión Méjico-España, reflejo de lo que ellos querían encontrar en un restaurante. Concisa y concreta, apta para cualquier momento. Se puede comer entre horas, almorzar, cenar y tomar una copa. Aquí no faltan los cafés, tartas y bollería para la merienda y las copas y obligados cócteles para primera hora de la noche.
Este bar-restaurante, decorado con muebles recuperados y rodeado de ventanales con una barra y varias mesas que supone un aforo de unas 50 personas, basa su oferta en las ensaladas, los sándwiches, los bocadillos y las hamburguesas, todo elaborado en el momento, un detalle que avisan en su carta.
Entre sus entrantes para compartir: sus Nachos 100% Méjico, una de las recetas más significativas de la casa, auténtica de Monterrey (elaborada con totopos de maíz, queso cheddar fundido, guacamole casero, tomate en dados y jalapeños), sus miniburgers, (un surtido de 4 minihamburguesas), el Chistorriqueso, (una cazuelita de mezcla de quesos fundidos con chistorra de Navarra y pan), o la Quesachicken, (quesadilla de pollo a la plancha bacon crujiente, queso cheddar, tomate fresco, salsa mexicana, acompañada de guacamole casero). Todos estos entrantes son también aptos para niños, al igual que su Doggie Roll, una salchicha alemana con diferentes ingredientes. Así pues la diversión para toda la familia está asegurada.
Entre sus ensaladas, la más original es la Ensaladilla Lucía y la más vegetariana la Cabrita (un mix de lechugas con rulo de queso de cabra a la plancha, tomates cherry, pasas, migas de kikos, croutons y una vinagreta de miel y vinagre balsámico de Módena).
Después, toca elegir entre sus diferentes sandwiches, hamburguesas (100% vacuno) o baguettes. La Naifburguer mexicana, con delicioso guacamole es una de las preferidas de su clientela, entre la que se encuentran familias con niños, “guiris” y personas mayores del barrio de toda la vida, algo que gusta y enorgullece a esta pareja de propietarios. Ya lo dice uno de sus murales: “Las mejores ideas nacen después de comer una buena hamburguesa”.
El punto dulce lo ponen una Cheesecake, una tarta de zanahoria, la American Pie o una tarta de chocolate, mientras nos ensimismamos en otro de sus murales, inspirado en el libro “Charlie y la fábrica de chocolate” de Roald Dahl, pero aquí con hamburguesas.
Su ticket medio de carta es de unos 15 €, con una opción de un menú de lunes a jueves por 11 € que incluye dos platos de su carta, más bebida y postre o café.
El local cuenta con una situación envidiable, en la calla San Joaquín, haciendo esquina con la plaza de San Ildefonso, donde instalan su terraza en cuanto suben un poco las temperaturas, en la primavera y en los días soleados de invierno en los que es normal ver a los clientes haciendo cola para poder sentarse en una de sus 32 sillas.
Una finca en cuyos bajos han creado esta especie de loft, donde han recuperado esa esencia callejera con algunos de los grafitis que se hicieron cuando se derribó la fachada del edificio antes de su rehabilitación y una decoración con personalidad propia que se refleja incluso en unos curiosos baños donde la gente se hace selfies.
En sus paredes se une la decoración industrial con el arte urbano de Mr. Hazelnut, autor de la decoración de locales como el “Hard Candy”, el gimnasio que la cantante Madonna tiene en Milán, o el local Malasaña-Las Palmas de Gran Canaria, que José María e Isabel abrieron el pasado mes de julio en esta isla con la intención de trasladar allí la esencia de Naif y de este barrio madrileño.