Juan Manuel Vegas lo tenía claro al abrir este restaurante, y quería hacerlo basando la propuesta gastronómica en una cocina de cercanía, con productos de temporada y con un trato muy directo con el comensal. Su filosofía ha estado basada todos estos años en la confianza con sus clientes y en la intención de darles lo mejor de su casa. En definitiva, un concepto bien trabajado para no ser un restaurante al uso.
A este matrimonio le gusta que sus clientes se sientan como en casa, por eso cuidan al máximo todos los detalles, empezando por los aceites de oliva virgen extra que tienen en mesa para degustar antes de empezar a comer.
Cada visita a Bienmesabe es una experiencia distinta. Los platos que comes hoy, puede que no vuelvas a comerlos en mucho tiempo, bien porque estén elaborados con productos de la temporada o bien porque hacen otros según el contenido de la despensa. Al final, de lo que se trata es de que haya una gran rotación en la cocina para que los clientes prueben mientras más, mejor. El único plato que siempre encontrarás en carta es la ropa vieja de la abuela de Juanma, que es el plato estrella de la casa, pero el resto cambia no solo por temporadas, sino también por días.
En nuestra visita pudimos probar un menú con un poco de todo. Para empezar, tuvimos la gran suerte de que ese día había porra de almendras y mango con helado de aceite virgen extra. Y hablo de suerte porque es un plato tradicional muy sencillo de hacer, pero que no se prodiga normalmente en las cartas de los restaurantes.
Para continuar, comimos ceviche de camarón rojo con habas. Un plato muy original al que continuaron un tataki de atún con mayonesa de ajo negro y un ravioli de calabacín relleno de setas. Los platos fuertes fueron un bacalao con crema de puerro y una carrillada ibérica que tenían traída desde Huelva y que estaba cocinada con una receta de la familia. Un menú con una combinación de platos tradicionales y de tendencia, pero con guiños a la cercanía en todo momento. ¿Y el punto dulce? Bienmesabe, por supuesto, y gachas. Un broche de oro tradicional para poner fin a un almuerzo que nos dejó muy buen sabor de boca.
Esto es solo una pequeña muestra de lo que puedes encontrar en carta, ya que cada día tienen entre 18 y 20 platos, de los que cambian y mantienen según lo que haya en el mercado. Podría decirse que es un restaurante con comida de verdad, ahora que está tan de moda ser ‘realfooder’, pero creo que es más acertado decir que es un ‘espacio de producto’ en el que vas a tener la certeza de acertar cuando hagas una visita.
La familia Vegas ha conseguido crear un estilo propio, no solo en lo que da de comer a sus clientes, sino en la forma de hacer las cosas e, incluso, en el horario. Será por eso que no es de extrañar que es mejor no aventurarse a ir sin reserva a este restaurante que ha sabido hacerse un hueco en la hostelería malagueña a base de apostar por la calidad del producto y el respeto por lo que cocinan.
Calle Píndaro, 19
29010 Málaga Málaga
España