Cansados de pagar mucho para comer poco y mal, Peque Simon, Xavier Molina y Gastó Francès decidieron asociarse para abrir Bodega Raspall, el local que como vecinos del barrio de Gracia de Barcelona siempre habían pensado que debía de existir. “Tapas bien hechas a un precio razonable”, resume Gastó dos años después de su apertura.
Rescatan la fórmula tan común en otras partes de la Península: tapa más caña, dos euros. Aquí manda la pizarra que preside la entrada. Escritas con tiza, se ofrecen una veintena de tapas que varían a diario. ¡Y han contabilizado más de un centenar! En Bodega Raspall tanto se puede ir a los clásicos como probar recetas propias del local, propuestas veggies o de cuchara. Todo cabe en este local con aire mediterráneo.
Decorado con los ojos expertos del director de fotografía Pere Pueyo, esta pequeña y acogedora bodega está presidida, como no puede ser de otra forma, por una larguísima barra de mármol blanco. Las vigas azules del techo y el tubo de cobre para iluminar el local con auténticas boyas de pesca colgando, hacen el resto. Dentro del local, siempre lleno hasta los topes, también se puede optar por sentarse en algunas mesas altas, además de barras distribuidas aquí y allí.
La ubicación, en una placita típicamente de Gracia, es – casi – inmejorable, y un cartel luminoso hecho a base de botellas de cristal iluminadas invita a adentrarse en este paraíso de la tapa. La Bodega Raspall ya cuenta con una clientela fiel y entregada, que acude a fotografiar la pizarra con el móvil para elegir su pedido, entre risas y buen ambiente. Y no os extrañe que aquí las tapas se cuenten a partir de los rayotes que escriben los camareros en la barra: así no perdemos la cuenta.
C. Samsó, 8
08012 Barcelona Barcelona
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