En el siglo XI había en Barcelona un castillo medieval que contaba con una torre de defensa para repeler posibles ataques feudales. En el siglo XVII el general Joan Cortada se convirtió en su propietario y fue construyendo una masía alrededor de la torre. Se convirtió en una especie de fonda y refugio que alojó incluso a Isabel II y otros miembros de la monarquía. Alrededor de lo que se llamó Can Cortada había campos con todo tipo de hortalizas, que abastecían a los habitantes de Horta.
En los años ochenta del siglo pasado el Grup Travi adquirió la propiedad de la masía en un concurso público y la convirtió en el majestuoso restaurante que es actualmente, manteniendo intacta la construcción original. Así es cómo en este edificio de más de mil años de historia todavía se pueden ver los restos de la torre de 25 metros de altura, así como de los diferentes aposentos que se fueron creando a lo largo del tiempo, dotando a la casa de una personalidad, elegante y rústica a la vez, que genera un clima sumamente acogedor.
Con ocho salones privados, comedor de verano y jardín, Can Cortada es también idóneo para banquetes y reuniones. En este enclave singular ofrecen cocina catalana de mercado y los platos son tan tradicionales como la construcción en sí misma.
Para tentar el paladar tienen entrantes como los caracoles salteados con pimienta y sal gruesa, las patatas al horno rellenas de bacalao o la ensalada de escarola con berro y foie; los platos principales hacen las delicias de cualquiera sólo con oír los nombres: el suquet de rape con almejas y cigalas, el bacalao al roquefort con pasas y espinacas, el civet de rebeco o el pollo de payés con ajos tiernos confitados.
Y para satisfacer el capricho dulce que siempre surge tras una buena comida, tienen pastelería propia, entre la cual destacan los palets rellenos de biscuit con chocolate caliente y el pastel de manzana con helado de Macadamia y polvo de canela, las recomendaciones del chef.
Can Cortada es un hito importante en la gastronomía tradicional de Barcelona. Id y veréis como, además de disfrutar de la buena cocina, os sentís personajes de una bella fábula.