Santiago Pedraza y Carmen Carro son bien conocidos en Madrid. Su Taberna Pedraza es uno de los referentes de la cocina tradicional en la capital. A partir de un producto de primera, su oferta va desde la tortilla de patata convertida en bandera de la casa hasta un sobresaliente cocido madrileño o carnes seleccionadas que se hacen a la parrilla. Ahora han dado un nuevo paso abriendo este Casa Espumosa que es, ni más ni menos, un bar de barrio. Bar, eso sí, decorado con guiños modernos y con una oferta de pinchos, raciones y bocadillos con un nivel muy por encima de la media. Que nadie espere encontrar en Casa Espumosa una sucursal de Taberna Pedraza. Este es un restaurante serio y formal mientras que la otra recoge el espíritu de los bares madrileños en los que todo gira en torno a la barra con una informalidad máxima. Comparten, eso sí, la tortilla que ha dado fama a Carmen Carro y algunas otras cosas como las croquetas.
Abierto desde la siete y media de la mañana para los desayunos, el nuevo local ocupa un esquinazo en el popular barrio de Prosperidad, con una amplia terraza en el exterior. Las cristaleras recogen rótulos y dibujos de la oferta de la casa en vivos colores, siguiendo una larga tradición de los bares castizos. Los mismos reclamos en las paredes del interior, decorado con sencillez. Alrededor de la barra de zinc algunas mesas, con sillas metálicas de colores donde sentarse a picar. En el techo, dos grandes depósitos de cerveza. Detalles modernos que no afectan para nada a la oferta gastronómica de la casa, que es la propia de un bar popular. Empezando por los bocadillos, con una amplia variedad que va desde el de calamares, tan madrileño, hasta el de chorizo de pueblo frito o el pepito de ternera.
Para tapear no faltan los boquerones en vinagre, algunas conservas y distintos embutidos ibéricos. La diferencia con otros sitios similares está en la cuidada selección de los productos, algo que siempre ha caracterizado al matrimonio Pedraza. Lo mejor, sin duda es esa tortilla de patata que borda Carmen Carro. Aquí más cuajada que la de la casa madre, donde se hace al estilo Betanzos, pero jugosa y muy rica. También las cremosas croquetas (de jamón ibérico, bacalao o boletus). Y toda una lista de raciones muy habituales en los bares madrileños: ensaladilla rusa, patatas bravas o con alioli, calamares a la romana, potentes callos de ternera…
En ese afán de Santiago Pedraza por buscar lo mejor, la morcilla de Burgos es el del mismo fabricante que la que se sirve en el célebre Hostal Landa burgalés. Y hay también un par de homenajes a los orígenes del propietario, que procede de un pueblo toledano al pie de la Sierra. De ahí los filetitos de lomo de ciervo adobados de Los Yébenes, muy ricos. Y lo que en la carta se anuncia como “La Pachanga del abuelo Joso”, que son unos simples montaditos de cinta de lomo fresca hechos a la plancha y que se hacen desde hace casi un siglo en el bar del pueblo de su padre. Y para el que quiera algo dulce, muy buena la tarta de queso. Como ven, todo muy sencillo. Pero todo rico y a partir de una materia prima de calidad, manteniendo la filosofía que ha ayudado a triunfar a los Pedraza.
Calle Clara del Rey, 81
Madrid Madrid
España