A mediados del siglo pasado, el Caribe y el turismo norteamericano hacia la isla de Cuba fueron mucho más que un fenómeno de masas, convirtiéndose en una auténtica fuente de inspiración artística en terrenos como la música, la moda y, por supuesto, el cine. ¿Quién no recuerda los filmes inspirados en La Habana y sus cabarets emblemáticos como Tropicana? ¿O las secuencias en playas de ensueño como Varadero?
El éxito de este estilo de vida caribeño, como en todos los ámbitos de la vida, condujo a la generalización. Así, toda la música del Caribe pasó a ser rumba y, posteriormente, salsa, sin tener en cuenta la enorme diversidad de ritmos como el mambo, la guaracha o el son. De igual modo, la cocina caribeña fue etiquetada erróneamente como un conjunto de platos más o menos similares, exóticos por sus ingredientes, picantes en general y poco elaborados. ¡Tópicos!
Tal como el ilustre músico catalán Xavier Cugat se encargó de mostrar al mundo la sensualidad y calidad de los ritmos caribeños, restaurantes como Frijoles Negros reivindican la gastronomía de la buena cocina latina, recuperando las recetas tradicionales y reinventándolas para fusionarlas con la esencia mediterránea obteniendo unos platos modernos y divertidos que mantienen todo su sabor original.
Frijoles negros, auténtico sabor latino
El nombre del restaurante es una auténtica declaración de intenciones. Porque los frijoles negros son la base de muchos de los grandes logros culinarios de los países de la zona. Esta suculenta legumbre se prepara de innumerables modos pero, sobre todo, resultan emblemáticos los Frijoles Negros Revueltos, uno de los platos estrella del local.
Únase a unos excelentes frijoles el resto de ingredientes, como aceite, ajo, laurel, pimiento verde, orégano tostado, sal, vinagre azúcar, chicharrones de cerdo, pimientos morrones y pimienta, entre otros, cocínese a fuego lento, con cariño y pasión y el resultado es un plato que aúna todos los sabores intrínsecos a la buena comida latina. Degústese, ciérrense los ojos y nuestra imaginación nos transportará, sin duda, a una de las hermosas playas caribeñas.
Experiencia sensorial
El objetivo de la carta de Frijoles Negros es provocar una experiencia que sea un regalo para los cinco sentidos. Para ello, ingredientes de primera calidad combinados con armonía, sin innecesarias sofisticaciones ni disfraces, usándolos en su justa medida para conseguir unos platos que nos recuerden los maravillosos años cincuenta, las películas en blanco y negro, la elegancia de la arquitectura moderna cuando no se carga de ornamentos innecesarios y el sonido de la música antillana, de ritmos que pueden parecer simples pero que esconden una tremenda carga de pasión, historia y humanidad.
Para abrir el apetito, mejillones al vapor con salsa de coco y cilantro o camarones al mojo criollo cubano y chips de plátano. Podemos seguir con un ceviche de corvina con leche de tigre o alguno de sus arroces, ya sea el seco de mariscos con alioli y aroma de lima o el caldoso Jambalayá, con pollo y verduras, especiado, ahumado y picante.
Entre los platos fuertes, la ropa vieja con quinoa, trigo tierno y plátano maduro frito, las costillas de ibérico al carbón con salsa barbacoa y yuca frita con mojo u otro de los éxitos del local, la lasaña de plátano maduro, ropa vieja y salsa cubana picante de tamarindo. Y, como cierre, uno de los helados artesanales exóticos que varían según temporada o la mousse tibia de chocolate con helado de vainilla y fruta de la pasión.
Porque el poder de los sentidos es superior a lo que muchas veces creemos. Un ágape en Frijoles Negros nos hará sentir experiencias caribeñas que, en muchos casos, desconocemos. Claro que todo tiene sus inconvenientes y, en este caso, puede que nos cree unas ganas enormes de pasar nuestras próximas vacaciones en alguna isla del Mar de las Antillas.
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del Bruc, 146
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