Makkila Almagro
La mayoría de los locales de la calle Almagro, al lado de Alonso Martínez, se encuentran concurridos a la hora del mediodía. Las diferentes empresas y los vecinos del barrio son los que animan la zona, según se puede observar. Sin embargo, hay un sitio que parece con más demanda que el resto. “Bájate rápido que hoy tienen fuera de carta una costilla a baja temperatura”, oímos que comenta por teléfono un hombre de unos treinta años. Levantamos la mirada y vemos que es el sitio donde teníamos concertada nuestra cita: Makkila. La cosa empieza bien.
El éxito arrollador de la propuesta del grupo madrileño se puede palpar con poco que uno ponga la oreja. La gente disfruta y comenta animadamente. “La verdad es que no nos podemos quejar”, dice un camarero. El local, además, es una joya arquitectónica. Su diseño triangular, rodeado de amplias puertas de cristal en cada lado, permite que en estos días se disfrute del aire en la cara. A esto debemos sumar los techos altos, el estilo industrial, una segunda planta recogida, pero con vistas al salón principal y una lámpara de diseño sobre la barra. Detrás de esta cuidada reforma se encuentra la decoradora e interiorista Belen Ferrandiz.
Calle Almagro, 22
Madrid Madrid
España
Buenas sensaciones y costillas a baja temperatura
Nos sentamos en una de las mesas y nos dejamos llevar por el buen ambiente que se respira. Un repaso a la carta hace que nos decantemos por su versión de la ensalada César, elaborada con lechuga, pollo de corral marinado, queso de vaca Grana Padano y crujiente bacon. Un conjunto armónico y preciso, donde los sabores de la mahonesa, de perfil cítrico, se mezclan de forma acorde y sin estridencias. Una delicia. Continuamos con su reconocido aguacate en tempura, un plato sabroso y que en boca resulta crujiente, se acompaña de tomate finamente cortado, cilantro y queso de cabra. Las comandas, mientras tanto, van saliendo con diligencia y soltura. No se aprecian prisas, todo fluye con buen tino.
Y, claro, no podemos dejar pasar por alto el costillar del que habíamos oído hablar cuando llegamos. Es una buena pieza que se presenta bañada en salsa yakiniku, elaborada con azúcar, soja y vinagre de manzana, entre otros ingredientes. Su dulzor característico le aporta una gran complejidad a la carne de cerdo, que, por otra parte, ha estado durante más diez horas en el horno.
El brunch más top de la ciudad
Dentro de la dulcería, una de las partes que mejor funciona en Makkila —solo hay que ver las menciones en redes sociales—, probamos la torrija en pan de croissant con leche infusionada y amaretto. Una exquisitez perfectamente ensamblada que se derrite en cuanto la probamos. Llegados a este punto conversamos animadamente con uno de los camareros que nos recuerda como los fines de semana casi no quedan reservas para probar los dos brunch que ofertan.
Tienen el castizo y el guiri, denominado así, con un tono humorístico. El primero lleva, entre otras cosas, huevo poché, queso manchego Don Picon, churros bañados en chocolate, oreja a la plancha, jamón ibérico, cecina de León, mantequilla en dados, tostadas… Un tour de force absoluto. El de perfil más internacional no es tan contundente, aunque también se componen de multitud de elementos: croissant de mantequilla, mermelada casera, salmón ahumado, aguacate fresco, yogurt griego con granola casera, fruta fresca recién cortada, huevos benedict, medio litro de zumo naranja recién exprimido… Cada uno por 25€. Un regalazo, se mire como se mire.