Mas Sorrer enamora desde el primer momento. No solo por su idílica ubicación en Gualta, un pueblecito en el centro del Empordà (Costa brava), rodeado de enormes girasoles y manzanos, sino por las experiencias que allí se pueden vivir y que están impregnadas de autenticidad y de pasión por el proyector que se está construyendo. Mas Sorrer es gastronomía, cultura y copas, pero es también mucho más: es un huerto para autoabastecer la cocina, ciclos de conciertos y festivales propios, yoga por las mañanas, actividades para los más peques, platos ideados para compartir, un ciclo de monólogos, cine al aire libre, una coctelería con barra hexagonal, una terraza para ver la puesta de sol… ¡Y mil experiencias más!
Detrás del nuevo impulso que ha tomado esta masía restaurada y su entorno se encuentran los dos socios actuales y amigos de infancia: lgor Bosch y Max Roures. De hecho, la de Max y Mas Sorrer es una historia de amor a primera vista que, con el tiempo, se ha convertido en auténtica pasión.
Max Roures se enamoró de Mas Sorrer cuando iba allí con su familia, con 16 años. Al cabo de cinco o seis años, el propietario lo dejó y el espacio se fue degradando poco a poco. Cuando finalmente se puso a la venta, los dos amigos cazaron la oportunidad al vuelo. «Decidimos volver al Mas Sorrer de los inicios, al que yo recordaba», explica Max. En 2019 lo reformaron para aprovechar los espacios infrautilizados y crearon la arrocería y el escenario. El chef Paco Pérez les echó una mano en el diseño de la cocina, y compraron el terreno adyacente para convertirlo en un huerto de 8.000 m2 donde se cultiva todo lo que después se cocinará en el restaurante, con un espacio para gallinas y un pozo propio que suministra agua (previamente tratada) a todo el Mas.
Este gran huerto es la base de la cocina de Mas Sorrer (productos frescos y de proximidad), que en el último año ha tenido un gran impulso. «Tanto a Igor como a mí nos gusta comer bien y cada año hemos renovado el equipo; este año estamos muy satisfechos de nuestra elección». Mas Sorrer tiene un equipo formado, principalmente, por profesionales de Suramérica, bajo la batuta del chef mexicano Eduardo Delgado. El resultado es una delicada combinación de cocina catalana de proximidad y de recetas de la gastronomía mexicana. «Tenemos un equipo muy bueno, abierto, dispuesto a pensar platos distintos y divertidos y que no para de crear».
Ctra. Torroella a Parlavà, GI-643, Km. 0,5
Gualta Girona
España
Arroces y platos de fusión
Mas Sorrer ofrece dos propuestas gastronómicas principales: la arrocería y el restaurante. De momento, ambas se encuentran en la misma cocina, pero en el futuro la idea es separarlas físicamente, porque el concepto es también distinto. La arrocería, en la terraza, está pensada para el verano y entretiempo, para un público joven, con arroces y tapas para picar. Ofrece 8 o 9 platos de arroces, a cual más apetitoso y para todo tipo de público: des de los más típicos y tradicionales, como el del “senyoret” o a la marinera, hasta los más atrevidos, como el arroz negro con calamares, piñones, calabaza y alioli de maracuyá, o el de botifarra negra y foie.
En cambio, el restaurante, dentro de la masía, ofrece platos más elaborados con propuestas originales que enlazan Catalunya y Sudamérica. Un ejemplo de esta combinación son los tacos de gamba en tempura con col lombarda, cebolla tierna, salsa de tamarindo y mayonesa de chipotle, o un foie con mermelada de moras, higos y mole de cacahuete y chiles tatemados. Y de postres, un magnífico Coulant pop-pop, que consiste en un coulant de chocolate con helado de vainilla, aceite de arbequina, pimienta rosa y palomitas de maíz. Unos platos sabrosos, aromáticos, divertidos y que rompen moldes, como el steak tartar con helado de mostaza.
Una extraordinaria oferta cultural
La cocina es uno de los principales atractivos de Mas Sorrer, pero no el único. La oferta cultural es interesantísima y muy ambiciosa. Los jueves por la noche, el Sunflower Festival lleva al escenario de Mas Sorrer músicos y bandas como Delafé, Sopa de Cabra o Gertrudis y los domingos, los mejores DJ se encuentran en el Festival Delirium. Los miércoles, un festival de monólogos con Toni Moog, Enrique Barro o Txabi Franquesa y las noches de viernes y sábado, música y baile hasta que el cuerpo diga basta.
«Organizamos entre 50 i 70 eventos y, musicalmente hablando, cada año pasan por Mas Sorrer más de 500 artistas», lo que lo ha convertido en un punto de referencia en el mundo de la música, un escenario en el que los músicos quieren tocar. Y más en la situación actual, cuando la cultura necesita más que nunca que le echen una mano. «Calculamos que directa o indirectamente, entre técnicos, músicos, etc., estamos afectando casi a unas 1.200 personas. Para nosotros, esto es importantísimo».
Mas Sorrer se ha convertido en un espacio ineludible en la Costa Brava, sobre todo en verano, pero también quiere serlo en invierno para la gente que vive en el Empordà. Por ello, trabajan ya con la vista puesta en el próximo año, para seguir con los banquetes y celebraciones que han dejado en standby desde la pandemia.
FOTOS: Martí Artalejo