Pizzicato es una palabra italiana que significa pellizcar. Y, en términos musicales, hace referencia a tocar algunos instrumentos de cuerda con la punta de los dedos. Este significado es el que da sentido y nombre al nuevo restaurante, situado en el exterior del Palau de la Música Catalana (Barcelona).
Este oyster bar y coctelería, que abrió sus puertas el pasado 7 de octubre, ofrece propuestas con producto fresco y de proximidad. "Es una cocina elaborada en la que el protagonista es el producto, de primera calidad", precisa Bruno Manrique, jefe de sala con amplia experiencia en prestigiosos restaurantes.
Además de distintos tipos de ostras (como la de Normandía, la del Delta del Ebro y la gallega), las tapas, los ahumados y salazones, la carne y las propuestas marinas ocupan un lugar importante en la carta del restaurante.
Un salón y dos terrazas con vistas
Las delicias de Pizzicato pueden degustarse en su sofisticado salón, con un diseño conceptual y atemporal, o en alguna de sus dos terrazas, una de ellas con vistas al interior del Palau. Un enclave privilegiado para disfrutar del recién estrenado local, ocupado anteriormente por un mirador, un espacio utilizado para reuniones.
Para abrir boca, podemos empezar con las ostras, emblema del restaurante. Las sirven sin aderezo y también en tempura o con sabores como espuma de mojito, huevas de salmón y emulsión de escabeche. Las Gildas de boquerón y de anchoa, las tablas de embutidos y de quesos catalanes y los boquerones en vinagre tampoco faltan entre las clásicas opciones para compartir.
Entre las especialidades locales se puede degustar Glauc, un queso azul de leche cruda de vaca, elegido este año el mejor artesano de Catalunya. Una auténtica delicia que viene acompañada con higos y tostaditas.
Propuestas de mar y montaña
En clave marina, tienen mucho éxito las vieiras a la brasa con crema de guisantes y coco y el tartar de gambas de Vilanova con fruta de la pasión y mango. "Es uno de los platos estrella y está aliñado con mango y zumo de limón y un toque final de maracuyá que le aporta mucho frescor", explica Stefanos Balis, chef del oyster bar. También están muy demandados el carpaccio de ventresca de atún rojo con crema de almendras, la gamba roja de Huelva y el pulpo a la brasa con espuma de patata al limón.
Los amantes de la carne podrán disfrutar de propuestas tan sugerentes como el steak tartar de ternera ecológica, el carpaccio de buey con emulsión de mostaza o el canelón XXL de asado con bechamel y rovellones. Y, quienes busquen opciones ligeras, podrán pedirse alguna de sus ensaladas, una berenjena a la brasa con katsobushi o unas verduras ecológicas al carbón. Los ahumados y salazones, como el salmón, los dados de bacalao marinado y la mojama de almadraba también están en carta.
Entre sus originales postres hay opciones tan tradicionales y apetecibles como el pan con chocolate, aceite y sal. Más sofisticados son el flan de azafrán con sorbete de mandarina y la torrija con helado de canela. Dos postres caseros y elaborados que ponen el broche de oro a una propuesta gastronómica de etiqueta. El genuino local también ofrece un completo menú de mercado por 25 euros de viernes a domingo al mediodía.
Cócteles con un toque gastronómico
Los licores, las bebidas espirituosas y la coctelería de autor ocupan un espacio destacado en la carta de Pizzicato. "Hacemos una reinterpretación de los cócteles clásicos, a los que damos un toque de autor gastronómico y un punto minimal", cuenta Ilän Arca, barman del local, con formación culinaria.
Arca prepara en la barra una amplia selección de cócteles con y sin alcohol. Uno de ellos es una piña colada con espuma de coco y especias. "Es una recreación de la clásica piña colada con un giro gastronómico y distintos matices", precisa Arca.
El barman también elabora un Gin tonic sin alcohol, un Dry Martini con una Gilda de anchoa y aroma mediterráneo o un Daiquiri de las Indias con un sirope de vainilla y tabaco, lima, bitter de especias indias y cacao. Propuestas muy originales que conviven con la tradicional margarita, el mojito y el daiquiri.
Fotos: Marta Becerra.