Hace unos meses el Roig Robí celebró su 30 aniversario y lo celebró como se merecía, con dos excelentes menús degustación. Ahora, una vez pasado el acontecimiento al que sin duda se ha llegado por la calidad del lugar y la fidelidad de su clientela, no hace falta celebración alguna para poder probar sus maravillosos platos, basados en la cocina catalana tradicional pero con un añadido de innovación y adaptación a los tiempos actuales.
Toda la carta es para dejar boquiabiertos a los clientes, pero el que destaca por encima de todo es su propuesta de arroces, especialmente el que se elabora con “espardenyes” y alcachofas. Mercè Navarro, propietaria del restaurante, apenas puede creer que su negocio sea hoy uno de los clásicos de Barcelona y, como decíamos, ya haya cumplido tres décadas. Lo puso en marcha por pura necesidad cuando ya tenía cincuenta años y, como cocinera autodidacta que era, se abocó a la cocina bien hecha, su gran apuesta para el local.
Y los resultados se hacen notar: lo que caracteriza el Roig Robí es la cuidadosa preparación de materias de primera calidad que llegan al plato convertidas en una auténtica obra de arte gastronómica, basadas en pescados y mariscos frescos que reciben dos veces al día, ternera con D.O. Pirineo, cordero del valle de Esgueva o lechón ibérico de Huelva, entre otras delicias de una carta que cambia cuatro veces el año para adaptarse a los mejores productos de temporada.
Nos explica Mercè que desde el principio quería darle un toque personal y a pesar de los años y los cambios ha persistido esta singularidad, presente tanto en la cocina como en el interiorismo del local, sumamente cuidado y con un delicioso jardín interior, del que nos dice “es un oasis en medio de Barcelona” y debemos darle toda la razón. El restaurante se encuentra muy cerca de dos de las calles más bulliciosas de la ciudad, vía Augusta y avenida Diagonal, pero la paz que se disfruta en el local es absoluta.