Pecorino es otro de los proyectos de restauración de José Ángel Castro y Evangelía Chalatsakos, propietarios y responsables del Grupo Alameda. El establecimiento abrió sus puertas en 2020 para ofrecer todo tipo de productos tradicionales con el máximo respeto por el sabor y la calidad.
El origen de los ultramarinos está directamente relacionado con los productos que se importaban desde las antiguas colonias españolas. En sus comienzos eran comercios que daban mucha vida a los barrios con una atención muy cercana y personalizada y en los que se podía adquirir casi de todo. En esta línea basa su propuesta gastronómica Pecorino: una carta en la que degustar muchas cosas y muy ricas, desde unas verduras a unas legumbres, pasando por conservar, embutidos, quesos y otras especialidades que hacen de la visita un momento culinario especial, y todo con una atención muy personalizada para el comensal.
En Pecorino el aperitivo de bienvenida es casi una religión. Unas hamburguesitas ibéricas con sus patatas fritas son un buen bocado para comenzar a degustar otros aperitivos que tienen en carta como las almendras fritas, las piparras en vinagre, las gildas o los torreznos de Soria.
Para continuar, nada mejor que unas conservas de pescado como, por ejemplo, unas buenas anchoas de Santoña. En Pecorino las sirven con mantequilla y unas tostadas de pan brioche, recuperando así una forma muy tradicional de comer las anchoas, pero menos conocida.
También se pueden degustar otras conservas como mejillones en escabeche, berberechos gallegos, sardinas ahumadas, chipirones en su tinta, boquerones en vinagre o un lomo de salmón en aceite de oliva. Todas se sirven con patatas fritas o con la mantequilla y el pan brioche.
La charcutería también tiene un lugar en la carta. Desde mortadela de Bolonia, jamón ibérico de bellota, sobrasada mallorquina o chorizo a la sidra de Arbizu, hasta morcilla de Burgos o fuet de Vic.
En quesos tienen gran variedad: italianos, nacionales y también europeos. Los sirven en tablas para hacer una degustación completa y que nuestro paladar recorra algunas de las zonas queseras más interesantes, con variedades como el pecorino romano, el pecorino trufado, el gorgonzola, el payoyo, los quesos añejos y ahumados o el gruyer suizo, entre otros.
En su propuesta de especialidades destaca su flamenquín de setas y queso pecorino, uno de los platos estrella de la carta. Otros platos contundentes son también las chuletillas de lechal, el codillo asado, el steak tartar de solomillo de ternera o los callos de ternera con pata, morro y oreja. Tampoco se quedan atrás sus ‘huevos de gallinas felices’, fritos en aceite de oliva virgen extra y acompañados de morcilla de Burgos, jamón ibérico, torreznos o foie, entre otros muchos productos.
Cuando llega la hora del postre, hay también mucha variedad donde elegir, y todo tradicional, con sabores que nos trasladan a la niñez, como el pan cristal con chocolate y AOVE, el helado de turrón al corte o la tarta de queso.
Una visita a Pecorino es un juego de sensaciones unidas a la tradición gastronómica de distintos lugares del mundo a la que vas a querer volver.