Vilallonga Masia Restaurant
Acogedora y bien ubicada, esta masía del siglo XIII, preservada y restaurada, se ha convertido en un rincón muy querido por los vecinos de Sant Cugat del Vallès a los que les gusta comer bien y sentirse como en casa. Se trata de Vilallonga Masia Restaurant, un local que abrió puertas el pasado agosto, en plena pandemia y que ha apostado por la cocina de temporada hecha con mimo.
Lina Ospina y Carles Campreciós paseaban por Collserola durante la pandemia cuando supieron que esta preciosa masía, ubicada junto al club privado Hípica Collserola, se traspasaba. Unieron la experiencia de Lina en la hotelería junto al carisma de Carles y decidieron hacer de Vilallonga ese restaurante al que les gustaría ir a comer: platos bien cocinados del recetario de toda la vida y una brasa de calidad.
Con un retoque por aquí y una mejora de la decoración por allá, lograron crear un espacio diáfano, luminoso y acogedor, donde las vigas y mobiliario de madera tienen todo el protagonismo, solo eclipsado por las preciosas vistas a la verde montaña. Vilallonga Masia Restaurant cuenta con salas en la planta baja y en dos pisos superiores, además de la envidiable terraza, muy cotizada en tiempos de Covid.
“Queremos que el cliente desconecte, que pase una buena velada, que esté a gusto”, resume Lina Ospina. Cuenta que en Vilallonga todos los platos son de elaboración propia y hechos con cariño. La carta es sencilla y basada en un buen producto.
Por supuesto, algunos de los platos más solicitados por una clientela ya asidua son las verduras, carnes y pescado a la brasa de Josper: alcachofas, pollo, conejo, manitas de cerdo, butifarra de Lleida, costillitas de cordero, pero también una suculenta hamburguesa Black Angus servida con hummus de berenjena o un filet Mignon de 500 gramos servido para dos personas. Se cuecen también a la brasa el salmón, el pulpo y el rodaballo.
Como entrantes, entran por la vista la ensalada de la huerta con ventresca, los caracoles o el steak tartar de ternera. Entre los más solicitados están los huevos de corral estrellados con jamón de bellota o el trinxat de la Cerdanya. Pero los imperdibles de este local, son sus albóndigas caseras, en salsa y con sepia y patatas crujientes; su salteado de garbanzos con butifarra negra y setas; o su meloso de ternera o de cordero a baja temperatura.
La carta tiene en cuenta alérgenos y dietas especiales y no solo ofrece ensaladas para los vegetarianos, sino que cocinan un suculento guisado de seitán.
Los postres caseros merecen capítulo a parte, con la crema catalana, el pastel de queso, carrotcake y el pan con aceite y chocolate con escamas de sal, un clásico adaptado.
Vilallonga Masia Restaurant ha logrado ya hacerse un hueco en el corazón (y el estómago) de sus fieles vecinos de Sant Cugat durante estos duros tiempos de confinamiento por la pandemia. Ahora, con la progresiva apertura de límites y prohibiciones, es la ocasión para disfrutar de la vistas y el buen hacer de esta masía de Collserola.
Fotos: Flaminia Pelazzi.