A solo diez minutos a pie de Olot, escondido entre los árboles de un jardín botánico con presencia de fresnos, hayas, arces blancos y robles centenarios está la Font Moixina, una antigua masía que a finales del siglo XIX se reconvirtió en restaurante. En este entorno de paz y tranquilidad, hace cuatro años que Miquel Alongina y su esposa, Anna Maria Pijoan, llevan las riendas de un local que ofrece cocina exquisita y elaborada a buen precio. Lo demuestra el hecho de que esté prácticamente lleno todos los días, incluso entre semana.
La "culpa" de este éxito la tiene su variada oferta de menús y carta, siempre con una excelente relación calidad-precio, y que van cambiando en función de la época del año. Así, entre semana ofrecen un menú de 14'9 euros que permite al comensal elegir entre nueve primeros, nueve segundos y nueve postres, con pan, agua y vino incluido. Un menú, en el que predominan los productos de temporada y los platos de la cocina volcánica. Los fines de semana, el cliente puede optar por un menú de 27 euros, que permite elegir entre siete primeros y siete segundos, o el menú La Font, con platos cien por cien de cocina volcánica, que cuesta 39 euros con vinos incluidos.
Quien no quiera ninguno de estos menús siempre se podrá decantar por la carta, con un precio medio que ronda los 38-40 euros. Destaca el hecho de que un alto porcentaje de la extensa carta de la Font Moixina, formada por un centenar de platos, es apto para celíacos y hay muchas opciones también para vegetarianos.
Aparte del menú exclusivo de cocina volcánica, toda la carta y el resto de menús están impregnados por este concepto que se creó hace más de veinte años para potenciar las recetas tradicionales de la comarca y aquellos productos que da la tierra de la Garrotxa. Y que son muchos. Por ejemplo, las judías de Santa Pau, los nabos negros, la patata, el queso de oveja, el requesón o las excelentes carnes de la zona como la de conejo, cochinillo, cordero o ternera.
Así entre los platos con ADN Garrotxa, podemos encontrar el suquet de fesols con tripa de bacalao; el ravioli de carne asado con salsa de nabos, la ternera cocida a baja temperatura con fondos de huesos y ratafía o todo un clásico como son las patatas de Olot, entre muchos otros. A Miquel Alongina le gusta explicar que hacen una cocina tradicional catalana puesta al día. Esta reversión de los clásicos la encontramos, por ejemplo, con la espalda de cabrito que en la Font Moixina elaboran en dos cocciones, una de ellas a baja temperatura; con el dado de cochinillo con calabaza asada, vieira y fondo de ratafía o el canelón crujiente de brandada de bacalao con mermelada de tomate.
Entre los postres, hay varias propuestas que también remiten a la comarca como el requesón con miel de mil flores, el helado de yogur de la Fageda con frutos rojos, el helado de ratafía Russet con nueces y reducción de ratafía o los buñuelos de manzana con crema y helado de vainilla. Y entre los vinos, en Font Moixina encontramos las grandes DO pero también bodegas pequeñas y pequeños productores de champán franceses.
Miguel Alongina, el alma mater de la Font Moixina, es un cocinero autodidacta que como muchos otros chefs comenzó a trabajar desde muy joven. A los 14 años se inició en el sector de la hostelería lavando platos y limpiando calamares. La participación en cursos y seminarios y haber estado en varios establecimientos de la Garrotxa y el Ripollès, lo han empujado hasta donde está ahora. Su lema «aprender de los que lo hacen bien». Y con esta filosofía, él y su mujer, Anna Maria, que está en sala, han convertido la Font Moixina en un imprescindible de la comarca.
El restaurante, que cuenta con 18 trabajadores -cifra que se duplica los fines de semana- sirve comidas cada día de 13h a 15.30h excepto martes por descanso semanal; y cenas, los jueves, viernes y sábados de 20.15 a 22.15h.
El local consta de dos comedores: el antiguo, situado en la planta baja, que tiene una capacidad para unas 50 personas y el del primer piso, con capacidad para 140 comensales, que se caracteriza por su luminosidad y calidez que le proporciona la madera que domina la decoración. En el exterior hay una carpa, que se abre cuando hace buen tiempo.
Paratge de la Moixina, s/n
17810 Olot Girona
España